jueves, 7 de mayo de 2020

La "casa nueva"

Siempre he oído la frase "si estas con Dios nada malo te pasará", pero me pregunto si los duendes, el demonio, o seres de otros planetas incluso criaturas antropomorfas saben de la presencia de Dios. Qué pasaría si ellos ¿no lo conocen ? entonces, ni las oraciones, ni los crucifijos o imágenes sagradas podrían salvarnos, desearía no tener que vivir una experiencia de ese tipo.

Vivíamos en casa de mis abuelos, no teníamos lujos, pero mis padres me brindaban lo necesario para vivir bien, mi hermano mayor siempre se preocupaba por mí, aunque nuestra diferencia de edad no era mucha y todavía éramos unos niños, a pesar de ello, él era más independiente que yo.  Mi abuelo, era un hombre de apariencia seria, casi nunca lo veíamos reír, se enojaba todo el tiempo y discutía con mi abuela. Ella, al contrario, era una persona muy amable y tranquila, no había podido estudiar por lo que solo se dedicaba a ser ama de casa, pero lo hacía con una buena actitud, pues siempre nos preparaba cosas deliciosas para comer.

Uno de esos días tristes que forman parte de mi infancia, los problemas empezaron en mi hogar, pues resulta que mi abuelo, el propietario de esa casa, nos estaba desalojando a mis padres, a mi hermano y a mi. No le importó que fuéramos su familia, sino que había estafado a mi padre, ya que por el espacio que nos dio en su casa, mi padre le había dado una fuerte suma de dinero, en realidad le había comprado el espacio, incluso había construido e hizo los acabados como si fuera nuestra casa propia. Pero mi abuelo tenía otros planes, él quería darle ese espacio a otro de sus hijos, dejándonos en la calle, pues no había un documento o contrato de la venta, todo era un acuerdo verbal.

Mi madre enfureció tanto al encontrar nuestras cosas en la calle, pues ella llegaba de trabajar en la noche, e inmediatamente le reclamó a mi abuelo que al menos le reembolsara el dinero, pero él no lo quiso hacer, es más mencionó que si seguíamos afuera un par de horas más, llamaría al serenazgo para que nos retiren pues no podíamos ocupar el espacio público con todas nuestras cosas. En esos momentos, todos odiamos al abuelo, excepto yo, porque era muy pequeño y no entendía las discusiones de los adultos. 

Mi padre pidió apoyo a los vecinos más cercanos, para que guardaran nuestras cosas, mientras nosotros pasábamos la noche en un hospedaje. Al día siguiente mi madre consiguió un nuevo lugar para vivir, pues en su desesperación le pidió referencias a sus amistades y ellos le dijeron que había una casa grande que estaban alquilando en una buena zona de la ciudad y a un precio accesible, ella pensó que esta casa sería mucho mejor que la casa del abuelo. Inmediatamente mi madre hizo la transacción al dueño del lugar y nos dio la casa unos días después. El dueño, le había alquilado una casa a mi madre a un precio muy cómodo, pero no sospechábamos porqué, tampoco podíamos reclamar nada, pues mi madre sustentaba nuestro hogar.

La casa no era tan mala, si hablamos de infraestructura, era grande, tenía muchas habitaciones e incluso un jardín, para poder criar una mascota. En ese nuevo lugar, pasamos la primera noche, porque llevaron todas nuestras cosas en el camión de la mudanza, y por fin, descansamos apaciblemente. Pasaron algunos días y mi madre nos matriculó en una nueva escuela, a unas cuadras de nuestra nueva casa, mi padre nos llevaba al colegio todos los días y se encargaba de ayudarnos a realizar nuestras tareas, pero faltaba alguien que se encargara de la limpieza de la casa, así como de los otros quehaceres del hogar, un mes después ya teníamos una nueva empleada y niñera, la señora "S". 

Ella era una mujer muy educada y joven, nos quería mucho, sobretodo a mi, siempre le gustaba tocar mis cabellos rizados y decía que era el niño más tierno y sensible, que no era cruel o rebelde como los otros niños que ella había conocido. Pronto se adaptó a nosotros y también a la casa, pero mientras más nos acostumbrábamos a aquella casa, muchas cosas extrañas sucedían.

Un día, desperté temprano, era sábado pero sabíamos que mi madre se iba a trabajar, sin embargo, mientras mi hermano y yo desayunábamos en la cocina, oímos un ruido que venía de una habitación, nos acercamos y se escuchaba como si alguien estuviese usando la máquina de escribir que teníamos, pensamos que era mi madre que había regresado, pero al entrar, no encontramos absolutamente a nadie. Nos dio mucho miedo, así que salimos corriendo y nos metimos en nuestra habitación. Ese mismo día, horas más tarde, la señora "S" se dedicaba a limpiar la sala y los cuartos, cuando vio una sombra correr y pensó que éramos nosotros que a veces jugábamos con ella, pero al acercarse a nuestra habitación nos vio recostados en nuestra cama leyendo algunos libros. Ella me preguntó si había estado por la sala jugando o corriendo, pero nosotros le juramos que no habíamos salido de la habitación.

Los días siguientes, fueron similares, las apariciones de aquellas almas que vivían en nuestra casa, se hacían notar, a veces, eran sombras que pasaban rápidamente y en otras ocasiones la señora "S" y mi padre sintieron que alguien les tocaba el hombro, lo extraño era, que al voltear, no había nadie cerca.
Una noche que mi madre se quedaba en el trabajo haciendo el inventario de la empresa donde trabaja, mi padre nos hizo dormir, dijo que no prestáramos atención a lo que veíamos o si escuchábamos ruidos, que esas cosas o fantasmas no existían que podía ser el viento o algún insecto, también nos pidió que no le comentemos nada a mi madre, lo mismo hizo con la señora "S". Todos estábamos descansando pues era muy tarde, solo mi padre se quedó dormido en el mueble de la sala mirando televisión, cuando sintió que alguien lo movía para despertarlo, entonces trato de abrir los ojos para despertar pensando que mi madre había regresado, pero al abrir los ojos, pudo observar las piernas de un hombre que estaba parado frente a él, pero no se movió, se quedó recostado en el mueble, hasta que pudo ver como esa persona se alejaba caminando, pero nunca vio su rostro. Esa noche sintió un gran temor, pues no pensó que en nuestro hogar existieran fuertes presencias del más allá.

Él no sabía como contarle lo sucedido a mi madre, pues ella no creía en esas cosas, así que, regresó a la casa del abuelo para pedirle que nos devuelva el espacio donde vivíamos anteriormente, pues en el fondo sabía que no podríamos sobrevivir mucho tiempo en la casa que habíamos alquilado, mucho menos con las presencias paranormales. Se sentía más tranquilo cuando nos íbamos al colegio, y para protegernos de algún modo, trajo a nuestra casa un perro. Nosotros estábamos muy felices pues nunca habíamos tenido una mascota, sin embargo, la situación empeoraría.


El perro, al que llamamos Bob, era muy cercano a nosotros, no nos dejaba en ningún momento, pero mis padres nos habían prohibido dormir con él, así que lo dejaban en el jardín por la noche. Bob, ladraba constantemente en la madrugada, así que a veces mi padre lo dejaba entrar a la casa en secreto. Una noche sentí que el perro corría dentro de la sala pero no ladraba, solo se escuchaba sus pisadas, así que me levanté y me acerqué a ver que pasaba, pero me quedé petrificado al ver que todo ese alboroto, se debía a que el perro estaba persiguiendo a un niño que se encontraba corriendo dentro de mi casa y en la sala, pero Bob no sentía miedo, parecía que ambos jugaban. Me quedé observando sin saber que hacer, pero en un instante, ambos se quedaron quietos y el perro salió corriendo asustado, el niño que jugaba con él se quedó paralizado pues apareció un hombre con traje negro, este se acercó al niño y lo tomó por el cuello para ahorcarlo, en esos instantes grité para pedir ayuda, mis padres se despertaron y me vieron de pie en la sala pero al prender las luces, esas dos personas habían desaparecido. Le conté todo lo que había visto pero ellos me decían que tal vez lo había soñado, pero mi padre sabía que eso era real, pues anteriormente había visto a ese hombre que describí.

Nos quedamos en la sala, mientras mis padres me hablaban y me abrazaban. Mientras tanto, en nuestra habitación, mi hermano se despertó por los ruidos pero no podía levantarse, pues él al igual que yo, se había quedado asustado, porque el niño al que vi jugando estaba al pie de su cama mirándolo y haciéndole una señal de silencio. Él cerró sus ojos para no ver a aquel espectro y sintió como su piel se ponía helada porque aquella presencia se acercaba más a él para susurrarle al oído que debíamos irnos pronto o alguien moriría.

Al día siguiente, mi hermano no mencionó lo que le había ocurrido, pero se aislaba de nosotros, a veces, su mirada se perdía en el vacío de la casa, como si estuviera esperando algo, esto sucedía porque constantemente veía a aquel niño caminar por nuestra casa, pero cada vez, el niño tomaba un aspecto diferente, aparecía con nuevos golpes y cortes, hasta que un día apareció con la cara azul como si hubiera muerto asfixiado. Mi hermano no podía con tanta angustia y le contó todo a mi padre, pues no podía comer y a veces sufría de insomnio, pude saberlo, pues por las noches lo escuchaba llorar y a veces rezaba. Incluso metía al perro a su cama para que le hiciera compañía pues tan solo era un niño de 10 años que tenía mucho temor de aceptar los hechos sobrenaturales que ocurrían en nuestra casa.

Y es que habíamos soportado vivir con esos entes alrededor de tres años y no podíamos seguir así, sentíamos, que nuestros ánimos cambiaban con el paso del tiempo, que a veces estábamos coléricos y luego nos deprimíamos, tanto así que no queríamos ir a estudiar ni hacer las tareas. Mi padre nos llevaba a la fuerza al colegio pero nuestro rendimiento académico disminuyó, hasta que la profesora conversó con mi padre y él le dijo que se debía a que mi madre trabajaba mucho y no nos prestaba atención, que tal vez por esa falta de afecto, nos sentíamos desganados, tal vez, ya no queríamos vivir.

La maestra nos preguntaba que era lo que nos pasaba, pero mi hermano no le respondía, en cambio, yo le comenté todo lo que sucedía en nuestra casa, pero ella nos nos creyó, pensó que como éramos niños queríamos llamar la atención, así que nos sacaba del aula para enviarnos con la psicóloga del colegio, pero no lograba mejora alguna. Todo cambió cuando aparecieron marcas en nuestro cuerpo, parecían pequeños moretones pero no sabíamos cómo habían aparecido. La profesora los notó y nos retuvo en la escuela y llamó a nuestros padres, ellos fueron inmediatamente, ella les mostró que teníamos los moretones, pero siempre le dijimos que nuestros padres no los habían ocasionado, igual ellos, se defendieron y dijeron que como éramos varones, tal vez jugábamos a empujarnos o éramos toscos. Ese mismo día, después de la reunión en el colegio, al llegar a casa, mi madre ingresó a la cocina para prepararnos algo de cenar, pero vio a la señora "S" que se encontraba en un rincón  sentada en el suelo y se cubría el rostro con las manos, mi madre le habló para que se levantara, pensó que tal vez algún ladrón se había metido a nuestra casa. La señora "S" le dijo que teníamos que irnos pronto de ahí que incluso ella ya no volvería atrabajar para nosotros mientras lloraba y temblaba, pues había sentido las manos de un hombre alrededor de su cuello que querían ahorcarla, en ese momento, vio el alma del niño muerto y trató de gritar, entonces llegó Bob, nuestro perro, y empezó a ladrar tanto que el hombre soltó a la señora "S" y ella cayó al suelo casi asfixiándose y pudo ver como el hombre no era humano, sino un espectro que se desvanecía, entonces a lo lejos pudo oír que Bob corría para esconderse para luego aullar de dolor, pero que no tuvo el valor para acercarse a ver lo que sucedía y solo se arrastró a un rincón de la cocina a rezar para que nada le pasara.

Después del testimonio de la señora "S", mi madre buscó a Bob pero lo halló muerto como si le hubieran clavado con un cuchillo en varias partes del cuerpo, todo despanzurrado, en su habitación. Ese mismo día, mi madre llamó al arrendatario de la casa, y le pidió que se acercara urgente. Por un momento mi madre, no creyó que aquello que atacó al perro no fuera humano, así que revisó las cerraduras de todas las puertas y todas las habitaciones hasta encontrar un rastro humano, tal vez de un ladrón, pero todo estaba intacto, nadie más había ingresado a la casa.

Pero mientras buscaba en su habitación para buscar pruebas del supuesto robo, sintió que no estaba sola, pues en una de las esquinas de la habitación había un niño, que la miraba con ojos de dolor mientras veía como se desvanecía a través de la pared.

Por la noche, el arrendatario de la casa llegó y observó lo que le sucedió a Bob, entonces le dijo a mi madre que nosotros tuvimos mucha suerte, pues le pasó al perro lo que tal vez le hubiera ocurrido a alguno de nosotros y luego sonrió de forma nerviosa, además, le dijo que no se preocupara porque le devolvería la garantía del alquiler para que buscáramos otro lugar para vivir. Aquel hombre, sabía lo que ocurría en aquella casa, por eso sintió compasión de nosotros y nos ofreció a ayudarnos con la mudanza.

Ese día trágico, todos nos fuimos a un hotel para descansar, porque todo este misterio que venía incluido con aquella casa, era difícil de procesar, pero finalmente encontramos otro lugar donde vivir y ahora estamos más tranquilos. La señora "S" fue a trabajar a nuestra casa, pero solo por poco tiempo, pues nuestra nueva vivienda estaba lejos de la anterior, en un distrito diferente, así que se dedicó a trabajar para otra familia. Nosotros, es decir, mi hermano y yo, aun recordamos esta historia pero no la contamos a las personas pues no todos creen en presencias paranormales.





martes, 5 de mayo de 2020

ALMAS ATRAPADAS

Desde que era pequeña siempre me gustó viajar y salir de paseo, no tenía muchos recursos para hacerlo, así que aprovechaba los paseos escolares para poder salir más allá de mi casa. 

Mi escuela era pública, era muy grande y antigua, tenía carpetas viejas y deterioradas, pero eso no era importante para mi, pues solo quería estudiar, hacer amigos, y crecer disfrutando cada etapa de mi vida. Al ser mi escuela tan grande, realizaban talleres todo el tiempo pues siempre tenía acogida. Eran talleres, de baile, música, pintura, costura, natación, e incluso de carpintería. Pero al no tener muchos recursos decidí inscribirme en clases de música para especializarme en canto, pues solo necesitaba mi voz. 

Recuerdo que el colegio tenía un anfiteatro grande, que siempre me daba escalofríos al ingresar, pues como mencioné era muy antiguo, hasta que le agarré costumbre y por las tardes, después del almuerzo que nos brindaba el colegio, mi mejor amiga y yo nos metíamos a ese anfiteatro a jugar dentro, pues a esa hora no habían personas. Nos poníamos a correr dentro, además nos subíamos al escenario a simular que éramos grandes cantantes y bailábamos. 

Habíamos notado rápidamente la presencia de un piano, era muy viejo, pero funcionaba, porque la profesora de música lo utilizaba, pero pronto salimos corriendo de ese lugar pues el piano empezó a sonar como si alguien lo estuviera tocando, además, la soga que se encontraba ahí que era para subir el telón, se movía incesantemente de un lado a otro, como si alguien se colgara de él.

Esos no eran los únicos sucesos paranormales de ese colegio, pues había un espacio llamado "cementerio de carpetas" en donde se encontraban todas aquellas carpetas rotas que aun no las reciclaban ni las desechaban, era en ese lugar que también por las tardes pasaba algo extraño, pues las carpetas sonaban como si alguien las moviese, como si una persona atravesara el lugar y las moviera. Era en esos momentos en los que mi mejor amiga y yo salíamos corriendo.

Una tarde, se realizó la reunión de padres en el colegio, pero mi mamá decidió llevarme, así que la acompañé. Me encontré con mi mejor amiga, entonces decidimos jugar en el patio pues ya sabíamos que no debíamos acercarnos a esos lugares donde habían almas en pena. Debo mencionar que en esa escuela, había un señor que vivía en ella, que era el guardan y este tenía una hija adolescente, la cual, cuando se encontraba aburrida solía contarnos historias de esas almas en pena del colegio, muchos no le creían, pero yo había presenciado eso, así que le pregunté si habían otros lugares donde hubieran más almas, me mencionó que en los baños del primer patio, donde se encontraba mi aula, durante la noche se escuchaban pasos, incluso voces de niños llorando.



Eso me causaba temor, pero como no lo había visto no podía creerlo, incluso me dijo que ella tenía mucho miedo de salir por las noches al patio pues algunas veces las voces de esos niños le llamaban por su nombre; muy aparte de esas historias espeluznantes, habían momentos gratos que nos daban los maestros y algunos auxiliares, este era el caso de Aitana, nuestra auxiliar de aula. Ella era ayudante de nuestra maestra, pero también nuestra consejera, era la persona más generosa y noble que hubiera conocido, todos la queríamos mucho e incluso jugábamos con ella y le hacíamos reír con nuestras bromas, sentíamos que era como una hermana mayor. Un día, mientras nos encontrábamos en el recreo conversando con ella y compartiéndole un poco de lo que traíamos en nuestras loncheras, ella sintió algo que le presionó el pecho, se levantó para pedir ayuda y de inmediato cayó al suelo desmayada, cuando pedimos ayuda la ambulancia tardo en llegar, era demasiado tarde, pues había fallecido de un infarto.

Nadie sospecho de su enfermedad al corazón, pues era algo genético que le arrebató rápidamente la vida, todos sufrimos su pérdida pues no podíamos comprender lo fugaz de la vida, pero fue en ese momento que recordé que ella formaría parte no solo de nuestros recuerdos, sino, de la escuela y trabajo que tanto quería. Les comenté a mis compañeros que habían almas que se quedaban aquí por la eternidad atrapadas, y que nuestra auxiliar también viviría aquí por siempre. Luego de mi discurso sentí un golpe fuerte en el rostro, era mi mejor amiga, que adoraba a Aitana y que no podía soportar su partida al más allá, entonces con el dolor de su corazón decidió golpearme para callarme, pues ella sabía que pasaban cosas extrañas en el colegio pero decidió tomar lo que dije como un insulto, dijo que hablaba incoherencias, que la auxiliar siempre había sido buena y que su alma estaría en el cielo. 

Y es cierto que cuando una persona muere en una circunstancia trágica, su alma se queda atrapada aquí en el mundo real, en donde se encontraba la última vez, o también en el lugar que más quiso o con el objeto que tanto utilizó. Siempre he creído esto pues lo he presenciado y más en esa escuela; así que ideé un plan para que todos me creyeran, no estaba segura si funcionaría pero quería arriesgarme, aunque también podía poner en peligro la vida de alguien más. Así que pasaron algunos meses después de la muerte de nuestra auxiliar y el colegio realizó una misa por su fallecimiento, pero iba a ser en la noche dentro del mismo colegio, así que decidí entrar por la tarde, porque sabía que no habrían personas en ese patio, menos en mi aula, pues toda la atención estaba en el patio central para realizar la misa. Entré a aquel pabellón donde todo sucedió, pues se encontraba deshabitado, llevé a mi mejor amiga, sí a la misma que me dio la bofetada, pues tiempo después de la muerte de la auxiliar me dijo que la extrañaba mucho y que al menos le gustaría escuchar su voz o sentir su presencia que tanto la reconfortaba, entonces cumplí su deseo. Nos acercamos en silencio, no podíamos hacer ruido y nos comunicábamos por señas. Al acercarnos empezamos a escuchar los ruidos del baño, se escuchaba como si abrieran los caños y pisadas en el agua, pero, aunque nos moríamos de miedo, nada podía distraernos de nuestro objetivo. 

Así que nos acercamos más y más a nuestra aula, que fue el lugar donde la auxiliar había muerto, la puerta estaba junta, no entramos, nos quedamos afuera muy cerca de la pared para escuchar todo, entonces un gran silencio invadió el lugar y el ruido que venía del baño se terminó, porque escuchamos como una joven reía ligeramente para luego escuchar pasos en el interior del aula, se oía también alguien que acomodaba libros, cuadernos que se caían y finalmente el susurro de una canción que terminaba en un llanto, pero nunca esa voz mencionó palabra alguna...

Cuando de repente mi amiga gritó ¡Dios ayúdanos! y yo volteé y le tapé la boca con mis manos temblorosas de miedo, entonces todo terminó y nos armamos de valor pues al no escuchar ruido alguno entramos al aula y no había absolutamente nadie, sentimos tanto miedo que salimos corriendo muy rápido. Ya en la calle, mi amiga me dijo que nunca más volvería a ese lugar conmigo y menos en la tarde, que no quería saber nada más de eso y que no le contaría a nadie lo que sucedió. Ella vivió mortificada por el temor de sentir que algún alma podría visitarla. Muy contrario a eso, yo no le tenía miedo, pues ya había presenciado cosas anteriormente, pero igual, rezaba por las noches para que el alma no me perturbara y descansara en paz. Pero mi amiga no pudo con ello mucho tiempo, pues a la semana siguiente durante el recreo, quise comentar ese suceso, pero ella cambió de tema mientras me miraba fijamente y me hacia una seña de negación para olvidar dicha historia, luego de eso, mientras comía un poco de pollo que había traído de casa, se atoró con el hueso, todos intentaron ayudarla pero solo vimos que se puso muy morada y murió. 


Al año siguiente decidí cambiarme de colegio, nadie sabe la verdadera razón, pero creo que al igual que la auxiliar, mi amiga también se encuentra atrapada en el colegio y como fue alguien muy cercana a mi siento que tal vez desearía comunicarse conmigo o que podría ser la siguiente víctima.


lunes, 4 de mayo de 2020

"El mal de susto"

La medicina científica no ha estudiado a fondo el "mal de ojo" y "el mal de susto", lo confunden con un malestar general y solo nos recetan pastillas, en el caso de los niños, jarabes; pero realmente pienso que no les ha sucedido alguno de estos males.

Cuando era pequeña, mis padres trabajaban todo el día y siempre me dejaban a cargo de una empleada, niñera e incluso si no había algún familiar que pudiera cuidarme, terminaba encargada en la casa de una vecina que vivía muy cerca a mi casa. Ella, provenía de la zona andina peruana y tenía muchas creencias en los seres sobrenaturales, así como en la medicina ancestral que ahí se practicaba. Esa mujer, era en un inicio una buena persona que le gustaba ayudar a todos los vecinos que vivían en mi barrio, casi siempre me cuidaba e incluso me alimentaba, lo recuerdo muy bien pues me gusta mucho la comida de la sierra. Ella tenía dos hijos que en esas épocas eran adolescentes, pero no centraba su atención en ellos pues le gustaba los niños más pequeños, siempre peinaba mis cabellos con mucho cuidado y me contaba historias, incluso me hacía jugar y avanzar mis tareas; en ese entonces tenía cuatro años. 

Un día llegó a casa de esa mujer una inesperada noticia, le comunicaron que su madre había fallecido, víctima de los atentados terroristas de aquella época. La muerte de su madre fue un hecho que la marcó en lo más profundo de su ser, pues los terroristas la degollaron, no sin antes ultrajarla a pesar de ser una señora que vivía apaciblemente en su chacra, allá por Otuzco. Así trajeron hasta Lima los restos de esa pobre mujer que fueron velados en su casa, en aquella oportunidad me encontraba en aquella vivienda cuando todo sucedió...

Tenía tan solo cuatro años y no me encontraba bautizada, recuerdo que estaba sentada en una silla de esa casa, veía como todas las personas estaban vestidas de negro y la pobre mujer, mi vecina, lloraba desconsoladamente, no abrían el ataúd pues decían que al unir la cabeza con el cuerpo, el cadáver tenía una forma muy desagradable. No entendía mucho sobre la muerte a esa edad, pues hasta ese momento no había presenciado lo mismo en mi hogar, así que solo me dedicaba a observar a las personas que se encontraban ahí, esperando, que mi madre llegue a recogerme para llevarme a casa. En algún momento, me sentí abrumada y aburrida de estar sentada, entonces decidí recorrer la casa, me llamaba mucho la atención ver los jardines y habitaciones, pues esa vivienda era un poco oscura y casi siempre olía a humedad, además, la vecina nunca me dejaba pasar a ese lado de la casa, siempre estaba en su patio de la entrada o en su sala.

Como todo infante curioso, empecé a entrar a las habitaciones, hasta que pude percibir, que una sombra corrió hacia otra de las habitaciones y decidí seguirla, vi entonces que esa sombra se metía debajo de la cama, entonces, me agaché pegando mi cabeza al suelo para observa que era, cuando de pronto, sentí que no podía levantarme y el olor a humedad aumentaba considerablemente, incluso un olor a sangre invadía el lugar, quería gritar pero no podía, sentía algo que atascaba mi garganta como si hubiera tragado polvo o pelusa.

Seguía observando a la "cosa" que se encontraba debajo de la cama la cual tenía un tamaño pequeño como si fuera un balón, no parecía ser un ser humano sino una parte del todo. Mis dudas se despejaron cuando efectivamente pude ver un rostro con la mirada perdida y rodeado de sangre... Era el rostro de la mujer decapitada, pronto, veía como ese rostro se quería acercar cada vez más al mío. Me sentía aterrorizada, hasta que apareció la hija de la vecina que vivía en esa casa y me levantó del suelo, al ver que no reaccionaba me llevó al baño y me lavó el rostro, pues pronto vendría mi madre a recogerme.

Lo demás que comentaré es lo que otras personas cercanas a mi percibieron, pues no recuerdo nada más de lo sucedido, era como si mi alma no habitara en mi cuerpo, como si hubiera viajado a otra dimensión...

Mi madre me comentó años después, cuando era adolescente, que ese día me recogió de la casa pero que me veía pálida, la vecina le dijo que la disculpara porque solo había preparado el almuerzo, más no la cena y que tal vez como no había cenado me encontraba así, mi madre le creyó y me llevó a casa, preparó la cena y al hablarme no encontraba reacción en mi, me recostó en mi cama para dejarme descansar. Había dormido muchas horas al parecer, pero soñaba cosas sin sentido. Me levanté en medio de la madrugada y llamé a mi mamá, ella se acercó, observó que no podía respirar bien, entonces me levó al baño y recuerdo que vomitaba tanto que sentía que me iba a desmayar. Me tomó la temperatura y no tenía fiebre, al parecer no era una infección estomacal, mi madre se desveló esa noche a mi lado. 

Al día siguiente, mi madre, faltó al trabajo para quedarse cuidándome y fue al mercado a realizar las compras, entonces, se encontró con otra vecina que también me tenía aprecio e iniciaron una conversación, en la cual mi salud era el tema principal, la vecina le sugirió a mi madre que tal vez tenía "el mal del susto" fue en ese momento que dejó sus creencias religiosas a un lado y se acercó a la casa de una curandera, que hasta la actualidad esta viva y con buena salud. La curandera llegó a mi casa, me revisó y notó que había sufrido el mal del susto, sin preguntarle nada a mi madre, le dijo que yo había visto algo malo, como un alma, porque mi mirada estaba perdida, procedió entonces a pasarme el papel periódico y al quemarlo empezó a reventar, además me pasó el huevo realizando oraciones para que mi alma volviera a mi cuerpo, pero no funcionaba. Ella decía que lo que había visto no era una persona sino un ser mundano que no tenía forma humana.

Pasaron tres días en los cuales la curandera llegaba a mi casa y me realizaba una limpieza, con flores, agua florida, huevo y sus infaltables oraciones. Al cuarto día veía mi semblante mejor, entonces realizó una última sesión y me sumergió en una tina de agua tibia en donde roció muchas flores, me pasó la ruda mientras me bañaba en esa agua, también realizó sus oraciones y me pedía cerrar los ojos, yo, a pesar de no conocerla, me sentía segura con ella. Era como si su presencia alejara todo lo malo, aunque esa mujer tenía las manos frías y arrugadas, era muy paciente con los niños.

Al quinto día ya estaba curada, pero ella quería saber si por momentos me perdía en mis pensamientos o si recordaba haber visto algo cuando sufrí el susto, pero nunca le mencioné a nadie lo que que sucedió ese día, prefería olvidarlo. Entonces, la curandera, llevó a mi casa a un niño, quien era su nieto, él se llamaba Manuel, me dijo que seríamos amigos porque teníamos la misma edad y que tanto él como yo habíamos sufrido de lo mismo, es decir, del mal de susto.Desde ese momento, Manuel y yo nos hicimos muy amigos, ella casi siempre nos veía jugar y nos cuidaba en el parque, al parecer se había convertido en mi nueva protectora, hasta me regaló una pulsera con huairuros y unas piedritas de colores que más adelante descubrí que eran cuarzos curativos. Ella pudo observar que mi comportamiento era normal, hasta ese momento, y mi madre dejó de sufrir pues ya no sentía miedo de que esté enferma o con "el mal del susto"

Todo volvía a la normalidad y nunca más me llevó a la casa donde tuve el susto más grande de mi vida, hasta ese momento, pues decía que cuando dormía empezaba a balbucear y le decía "mamá no me dejes ahí, la cabeza me va a llevar, la cabeza y la mujer me van a llevar".

Pasó un año de lo sucedido y mi madre decidió bautizarme, en cuanto a la vecina, debo decir que la muerte de su madre decapitada causó un gran trauma en ella, entonces cambió su carácter y se volvió amargada, no salía mucho a la calle y siempre le gritaba constantemente a sus hijos. Todos dejaron de confiar en ella, incluso dejaron de hablarle. Su esposo consiguió dos empleos para no verla todo el día y cuando su hijo mayor cumplió los dieciocho años, se fue al extranjero, lejos de su hogar.

Con respecto a la curandera, bueno, pasaron los años y viajó al extranjero, al igual que Manuel, en ese entonces no teníamos la tecnología que existe ahora, así que les perdí el rastro. Sin embargo, sabemos que la curandera sigue viva porque así lo mencionan nuestros vecinos quienes son sus hijos.

En cuanto a mi, es cierto que ya no sufro mal de susto, pero ese suceso dejó algo especial en mi vida, pues puedo percibir "cosas" que otros no pueden a simple vista, incluso a través de los sueños. Y aunque a veces quiera aparentar ser muy valiente, algunas noches siento que mi alma muere de miedo, pues sueño con ese rostro de la cabeza decapitada y algo que me ahorca, nuevamente pierdo el habla y la cabeza se acerca cada vez más a mi rostro...



viernes, 1 de mayo de 2020

La mujer en el camino

Viajé como todos lo hacemos en la vida, tal vez para sentirme libre e independiente, pero quería valerme por mi misma, así que, llegué a un pueblo que no es muy conocido, solo se dedica a la agricultura y ventas de lo poco que produce. 

Tenía el corazón destrozado, pues un mes antes de realizar el viaje había terminado con mi enamorado de toda la vida, tal vez, tenía muchas ilusiones y sueños a su lado, pensé que podría formar una familia por que ambos teníamos un buen trabajo y porque además habíamos pasado por muchos problemas pero aún así seguíamos juntos. Nuestras familias se conocían y tenían una relación cordial, pero poco a poco la ambición y las ganas de poseer más bienes materiales, fueron cambiando a mi pareja. Tuve que soportar todos sus desprecios, pues antes le regalaba cualquier cosa que tal vez, no era costosa pero tenia mucho valor sentimental y él siempre me agradecía y la atesoraba con mucho amor, pero luego, cuando se volvió ambicioso, solo criticaba lo poco que le podía regalar y ofrecer. Es por eso, que un día me cansé y en una de nuestras discusiones llegué a odiarlo tanto que envié a un amigo mío, pero que él no conocía, a que lo golpeara ¿se imaginan a lo que debe llegar una persona para dañar a alguien que tanto ama?, pues muy al contrario de sentir tristeza, sentía mucha felicidad por darle su merecido a ese infeliz, que, aunque nunca me engañó con otra mujer, me hacía sentir mal por ser de clase media baja y por vivir en los suburbios.

Mis padres tenían buena imagen de él, sabían que era bien educado, que había estudiado en la universidad más pudiente de Lima y que vivía en una zona residencial, que además sus padres eran pequeños empresarios, pero, que gracias a su esfuerzo y apoyo había mejorado el negocio que tenían.

Es por esas circunstancias, que lo odiaba aun más, porque mi familia siempre me hacía recordarlo y porque no tenía el valor de terminar la relación esta vez, porque sabía que sería el final para ambos. Entonces, de la forma más cobarde, le terminé por teléfono y le dije que ambos no sentíamos lo mismo el uno por el otro, que su indiferencia, egoísmo, vanidad y sobretodo su ambición, me habían desilusionado completamente. Por eso, para que no me buscara, escapé de la ciudad con el pretexto de conseguir un empleo mejor, y sin querer por referencia de mis amistades, llegué al pueblo donde vivo actualmente.

Aquí me dedico a tejer, porque además es algo que me relaja y he aprendido al convivir con las mujeres del pueblo, vendo el mercado todo lo que produzco y no me va tan mal, pues al ser de la capital, mis clientes saben que no les estafaría y les doy buena impresión. Con lo que gano en las ventas, puede alquilar una habitación y también alimentarme, creo que esto será suficiente para estar tranquila en un lugar donde nadie me conoce, así rehacer mi vida, trazarme nuevas metas, pensar en mi futuro y sobretodo olvidar tantos recuerdos que me causan decepción.

Una tarde, mientras regresaba de realizar las ventas de mis tejidos, me encontré con una mujer de apariencia amable que me saludó repentinamente, me dijo que me había visto hace algún tiempo en el pueblo, pero que era evidente que no había nacido ahí, tomó mi mano y me dijo que quería conversar más seguido conmigo porque se sentía sola, que además vivía cerca y que podría ayudarme a vender mis tejidos pues tenía muchos conocidos en el pueblo. Me pareció una persona agradable, así que iniciamos una bonita amistad, le conté sobre mis problemas, mi desamor, mi familia, en general, todo sobre mi vida. Así pasaron tres meses en el pueblo y sentía cada vez la necesidad de hablar con esa mujer que se encontraba tan solitaria, pues sentía que nos acompañaríamos mutuamente. 

Debo mencionar algo importante que aprendí en la vida después de todo lo que me pasó, esto es, no confiar en las personas por muy amables que puedan ser porque siempre esconden algún secreto o nos quieran hacer algo malo. Digo esto porque la mujer que consideraba mi amiga, ocultaba un secreto que al inicio parecía inofensivo y parte de lo "normal", pero luego las cosas fueron cambiando. 

Ella me mostró algunos amuletos que servían para la buena suerte y sabía utilizar muy bien las yerbas para diferentes malestares y dolencias. Eso me causaba cierta curiosidad; así que decidí averiguar más sobre ella porque lo que me contaba de su vida era muy breve. Pregunté a las personas más sociables del pueblo y a algunos vendedores del mercado donde vendía mis tejidos, finalmente descubrí que ella era una curandera. Mientras caminaba hacía mi hospedaje, preguntándome porqué esa mujer me había escondido su verdadera identidad, escuché a lo lejos una voz que me llamaba, no le presté importancia y seguí caminando, luego esa voz se sentía más cercana y sentí que alguien tomaba mi brazo, al voltear, me di cuenta que era mi ex pareja, al que no quería ver nunca más, que había regresado a buscarme.

Una sensación de miedo con ira estremeció todo mi cuerpo, me tranquilicé porque pensé que era una alucinación, pero era cierto, entonces me comentó que había pensado muy bien las cosas y que quería formar una familia conmigo, además, que había buscado a mis padres y les preguntó donde estaba, por eso fue inmediatamente a buscarme. Así pasamos algunos días de vacaciones recordando el afecto que nos teníamos, pero nada volvería a ser lo mismo.

Crisanta era el nombre de la curandera que siempre me observaba pasar por la misma calle de su vivienda y que últimamente por andar en amoríos, no había podido visitarla. Pero sentía la necesidad de aclarar mis dudas y quería que me ayude en algo importante, un amarre.

Así surgió esa terrible pero equivocada idea de la cual me arrepentiría por siempre, le pedía a aquella mujer su apoyo, ella me leía las hojas de coca y me mencionó que él no sería mi pareja perfecta, pero que a pesar de tener problemas, tendríamos un hijo y sería la mujer más infeliz. No decidí creerle pues más podían mis ganas por retener a mi pareja, así que le pedí que hiciera un amarre para que él no volviera a dejarme y que siempre me amara. Ella me pidió algunas cosas personales de él y también mías, como restos de cabello, uñas, además de prendas de vestir usadas y fotos de ambos. Incluso sacrificó a un perro negro que ella tenía para lograr realizar el hechizo.

Pasaron algunos días y empecé a notar cambios en su conducta, además de ser amoroso y amable conmigo, quería ayudarme en todo y evitarme cualquier forma de dolor o pesar, todo estaba mejor que antes. Me despedí de aquella mujer pues mi pareja y yo regresamos a la ciudad, aunque ella me miraba con ojos de dolor como si sintiera lastima de mi, ignoré su expresión y seguí con mi vida.

Al llegar a la ciudad, en algunos meses, nos casamos y en un año me encontraba embarazada, pero sentía mucho malestar físico, los dolores se incrementaban y ya no podía permanecer de pie mucho tiempo, siempre me encontraba recostada en cama todo el día, el doctor decía que era normal en el embarazo por eso no me asusté y no acudí a otro médico, pero durante el cuarto mes de gestación me salieron manchas en la piel y resequedad, mis manos y mis pies se empezaron a agrietar y sangraban levemente. Mi ahora esposo, hacía de todo por no verme sufrir, pues creo que seguía bajo los síntomas de aquel encantamiento. 

"No puedo permitir que mi esposa sufra, hay algo que le causa tanto malestar, sé que es y esta noche la libraré de ello, la amo tanto que no quiero verla así, y destruiré a todo aquello que se interponga a nuestra felicidad" 

El esposo mencionaba esto porque se encontraba hechizado, su esposa, descansaba apaciblemente, pero no sabía que él en su permanencia en el pueblo, antes de regresar a la ciudad, se había encontrado en el mismo camino con la mujer, "la curandera", ella, había usado los mismos argumentos que con su esposa y por eso, mientras la mujer no la visitaba mantuvo una amistad con aquel hombre y antes de irse a la ciudad, le había dejado un número telefónico para seguir en contacto con él, todo esto para destruir a su esposa por haberla dejado sola en el pueblo y aunque el hombre no sabía que dañaría a su mujer, así lo hizo. Esa noche, la mujer despertó gritando de dolor, pues había abortado, porque horas antes, su esposo le había dado de tomar un mate de hierbas que "la curandera" le había recomendado para curar a su esposa enferma y embarazada. 

Así no solo la mujer perdió a su bebé, sino, que su esposo se suicidó después, porque no pudo con la culpa y el dolor de verla sufrir. La esposa, al quedarse sola, regresó al pueblo para buscar a su amiga "la curandera" y preguntarle porqué todo había terminado tan mal.

Ella, le respondió: "Estas cosas son así, debes ofrecer algo a cambio para que se cumplan, yo no podía ofrecer tu vida, ni la de él, así que pensé que algún día tendrías hijos y ofrecí el alma de aquel ser que se alojaría poco tiempo en tus entrañas, además tú nos perteneces, me perteneces a mí y al pueblo, porque en estas tierras, escondí ese hechizo que hice con los restos de tu cabello y uñas, por eso estas enferma y si te vas nuevamente de este pueblo morirás muy pronto, yo puedo cuidar de ti, porque el único camino que tienes es quedarte aquí, conmigo, por siempre"

La mujer llora, pero no por su vida, sino por todo aquello que perdió, pues en su alma ya se encuentra aquella ambición que hizo odiar por algún tiempo a su esposo muerto, ella solo quería ser amada y no estar sola. Entonces comprende que debe quedarse en ese pueblo, pues cada vez que vuelve a la ciudad a visitar a sus padres, empiezan los dolores del cuerpo y del alma, que la destruyen, además de una extraña enfermedad que no tiene explicación, pues ella, así como su esposo muerto, también fue hechizada...





El Muqui

Alguna vez me contaron historias sobre los muquis, dicen que se asemejan a los duendes pero que son distintos porque habitan en las minas de los andes, en este caso de la zona andina de nuestro país. Una compañera de la universidad me contó que su vecino extraía de forma ilegal oro de una mina abandonada, y que, había encontrado a un muqui y este le dio mucha suerte que lo convirtió en millonario. En esas circunstancias, no imaginaba que algo así fuera real, tampoco creía en la existencia de ese ser extraño llamado muqui, mucho menos creía que podía tener poderes o que podría dar suerte. 

Había olvidado esa historia y la creencia en los seres mitológicos de los andes, hasta que ocurrió algo paranormal que pude presenciar, ¿quieres saber que pasó? te contaré mi travesía...

He viajado a muchos lugares del Perú, y conocido sus costumbres, me gusta sobretodo participar en las festividades de los pueblos, chacchar la coca, realizar sus bailes, y sentirme parte de ellos; eso me hace sentir renovada y sobretodo me llena de energía. En uno de mis tantos viajes, quedé maravillada con un pequeño pueblo, y por lo tanto me quedé a vivir en él, hice muchos amigos, porque además estaba realizando entrevistas para hacer una tesis y recopilaba información día tras día. Muchos habitantes me habían mencionado que por las noches aparecían seres extraños que provenían de los cerros y que ellos llamaban muquis, les pregunté entonces más sobre el tema.

"Los muquis son unos duendes que aparecen por las noches sobretodo en lugares donde hay plantas, rocas, lugares alejados donde no hay viviendas o cerca al río, dicen que son almas de niños que murieron y que se quedaron penando pero al ser niños no son malos, sino, que dan suerte y abundancia a las personas que los logran ver y sobretodo que no le temen. Aquí cerca en el pueblo hay un complejo turístico que es colindante al río y en las noches, si te acercas a las rejas puedes escuchar voces de niños y oír sus pisadas, que corren y juegan, si los logras ver serás una persona afortunada pero para eso debes creer, ser fuerte de espíritu y no tenerles miedo porque algunos han muerto de una forma horrible y tiene la cara deforme o se les ve sin un brazo o pierna"                  
                                                                                                                    (testimonio de un comunero)

Decidí comprobar este testimonio que me había brindado un amigo comunero, así que me acerqué por la noche y casi fui atacada por un perro, pero felizmente no me ocurrió nada grave, entonces, llegué al lugar y efectivamente estaba cerrado, me acerqué a las rejas para ver si podía divisar algo pero solo escuchaba el sonido del río que se encontraba aledaño, no podía observar nada más, así que, decepcionada, regresé a mi hospedaje. Al día siguiente, intenté ir a otro lugar que tenía áreas verdes y que también se encontraba cerca al río, pero nuevamente no encontré ni pude observar nada fuera de lo común. Estaba preocupada porque tal vez todos en ese pueblo vivían sus mitos porque era parte de su cultura y como era foránea, quizá eso no me permitía ver ni escuchar nada, así que finalmente regresé a mi hospedaje otra vez. 

Pasaron algunos días y se repetía la misma escena de no poder ver nada sobrenatural, así que, un día mientras desayunaba, la dueña del hospedaje me preguntó porque salía muy tarde a la calle, entonces decidí contarle sobre mi investigación y ella se empezó a reír, me dijo que para que pudiera ver eso, tenía que participar de una mesada, que es como un ritual para limpiar o bendecir un lugar y que también funciona para traer suerte y es ese acto que es realizado por una bruja o curandera, que atrae a los seres mitológicos como el muqui. Me dió más curiosidad por conocer sobre el tema que acepté inmediatamente participar para ver que sucedía y como era que se realizaba una mesada. 

"Las mesadas son confidenciales, nadie más que los invitados pueden saber de esto porque sino, no funciona, esta mesada, por ejemplo, la haré para bendecir mi negocio y tener más clientes porque las ventas han sido bajas estos últimos meses. Solo participaremos cuatro personas y será en la tarde, demora a lo mucho un par de horas, para hacer esto necesitamos flores, cigarros, ron, agua florida y sobretodo lo más importante es la brujita que ya la mandé a buscar pero está en otro pueblo, ella es muy conocida y realiza muchos trabajitos, también lee las hojas de coca"

Llego la tarde y con ella la emoción de conocer más sobre el ritual, había olvidado mi investigación sobre muqui, pues otros eran mis intereses ahora. La bien llamada "bruja" llegó y trajo muchas flores de colores y un balde, dentro de este metió las flores mientras otra persona que participaría de la mesada, cerró todo el local, nos encontrábamos ahí cuatro personas a puerta cerrada, entonces la bruja dijo que nos tomemos de la mano y empezó a decir que estábamos aquí para realizar la mesada y bendecir el lugar que hasta que termine ese ritual, nadie podría dejarlo, es decir, irse del lugar y que debíamos compartir todo lo que ahí estaba, es decir, tomar el ron, chacchar la coca y fumar los cigarros, que no debíamos, además tener miedo porque nuestro espíritu debe ser fuerte para evitar que algún alma se lleve la nuestra o nos dé el conocido "susto"

Fue entonces que pude entrar en razón, pues yo no sabía fumar, y no podía tomar alcohol porque sufría de una gastritis crónica, así que, no quise interrumpir a la bruja y solo me quedé sentada para seguir con el ritual. Mientras transcurría el tiempo, tuve que chacchar la coca para seguir el ritmo de las demás personas que me miraban como si fuera muy delicada, pero, la señora que era la dueña de mi hospedaje, me dijo que no me preocupe que no era importante que hiciera todo eso, que solo consuma lo que me hacía bien a mi salud. Resulta que había pasado una hora y empezó a oscurecer, entonces una señora que también era invitada, se acercó a prender la luz para seguir con el ritual, fue entonces que la bruja eligió a alguien de la mesa para que le acompañe a rociar el agua de las flores con algunas de ellas, por los rincones del local mientras hacía una oración a modo de bendición. 

Debo decir, que no me gusta tener mucho acercamiento con personas que no conozco, me hacen sentir incómodas y pues me alivió mucho que la bruja no me eligiera, porque suficiente hacía con estar encerrada en ese lugar, sentía mucho mal humor y no entendía porque, era como si toda la cólera y resentimiento se hubieran alojado en mi ser, cuando de repente ese sentimiento desapareció porque las luces se apagaron.

Un cólico repentino se apoderó de mi cuerpo y sentía muchas ganas de ir al baño a vomitar, no sé si era por el olor del ron, o tal vez por el humo del cigarro, pero sentía que no podía moverme de la silla, era como si estuviera atada a ella, las personas ya no se tomaban de las manos pero tampoco podían moverse, solo mirábamos desde nuestro sitio, que, afuera por detrás de las rejas que cubrían el recinto, había alumbrado público, mientras nosotras estábamos en la completa oscuridad. No sentía miedo, solo quería que todo termine y me arrepentía por haber asistido, por un momento pensé que la dueña del hospedaje me había invitado apropósito para asustarme y que me fuera del pueblo, que tal vez yo era la ofrenda de sacrificio e incluso por un momento quería gritar y pedir que me dejen salir, pero nuevamente me sentía atada a aquella silla.

De pronto sentí un poco más de fuerza y determinación, entonces tomé mi celular para encender la linterna que viene incorporada y así sentir la luz como si fuera la única esperanza de poder salir de ahí, cuando realicé esto quedé atónita pues un ruido ensordecedor llegó desde una esquina que daba para la cocina del recinto, parecía como si se hubieran caído 10 ollas de aluminio y pensé que alguien había ingresado al lugar por la parte trasera, tal vez un delincuente, o algún animal aprovechando la oscuridad y con el pánico en mi ser le dije a la señora del costado que me acompañe a ver de donde provenía el ruido. La señora me dijo que no era bueno que nos moviéramos de la silla, que tal vez era un gato, que no me asustara, pero no pude más con la intriga, logré ponerme de pie y me acerqué sola al lugar apuntando con la linterna pero sentía que desde alguna parte oscura donde no alumbraba la linterna, alguien me observaba y que al alumbrar con la luz, esa sombra se movía para que no pueda ver su rostro. Aun así con temor llegué al lugar de los hechos y para mi sorpresa no había absolutamente ninguna olla, tapa o utensilio en el suelo...

Regresé a mi lugar con una duda inmensa sobre lo que había ocurrido, me senté nuevamente en la silla y sentí como una mano tocaba mi hombro, era la bruja que había regresado con su acompañante y acercándose a mi oído me dijo, no debiste levantarte de la mesa, solo era un muqui que quería saludarte...



"EL BASTÓN"

Debo confesar que mi enamorado de la infancia es mi primer y único amor, cuando éramos pequeños, nadie apostaba porque estaríamos juntos par...