*Esta historia esta basada en sucesos reales, le ocurrió a un pariente cercano del amigo de un suscriptor de mi blog. Él, me envió la historia ayer y he tratado de redactarla lo más parecido posible.
El día es hoy es igual a los otros, nada nuevo sucede aquí. En este pueblo siento que soy una mujer más que esta destinada a tener una familia, hijos, dedicarme a los quehaceres y no como otras señoritas de gran abolengo y estirpe social. Si quieres saber más de mí te contaré que mi nombre es Justina y vivo en un pueblo que muchos denominan como atrasado, pero que pertenece al departamento de Huancavelica, aquí todos realizamos tareas del campo como si fuera parte de nuestro día a día, en las mañanas los hombres salen a realizar actividades agrícolas y las mujeres nos encargamos del ganado, de los quehaceres del hogar e incluso a veces apoyamos en las actividades agrícolas. He vivido siempre aquí y creo que ya tengo edad para casarme, pero aun no deseo hacerlo aunque mis padres quieren obligarme, pues siento que no nací para esto, sino, para cosas mejores, quiero conocer el mundo y territorios inexplorados, quisiera también conocer Lima, la capital, dicen que hay muchas oportunidades para poder trabajar y ser independiente, ese sería mi sueño.
A veces despierto con muchas ilusiones, pero las siento lejanas pues estoy acostumbrada al campo y a la vida tranquila del pueblo, aquí todos nos conocemos y nada malo nos puede pasar, es como si una fuerza nos cubriera para hacernos sentir seguros.
El pueblo de Justina, es un pueblo de los andes peruanos, en el cual se realizan pequeñas fiestas y costumbres propias del mismo pueblo, en donde todas las mujeres tienen el mismo destino que es casarse, forma una familia y tener hijos; sin desmerecer las actividades agricolas y el atraso técnologico al que estan sujetos. Muchas creencias surgen entonces parte del inconciente de la población, por las noches oscuras que son parte de los andes, se pueden observar en el cielo pequeñas luces moverse, muchos pobladores aseguran que esas luces bajan al pueblo a desaparecer personas.
Hoy no será un día como otros, pues se realizará una fiesta en el pueblo y todos estamos colaborando con las actividades, en mi caso, estoy encargada de realizar los adornos con flores, pues es lo que más me gusta hacer, el único problema es conseguirlas pues para ello debo distanciarme un poco del pueblo, ya que esas flores coloridas no crecen por aquí cerca. Felizmente esto ocurre una vez al año, porque si me alejará muchas veces siento que desaparecería, pues eso dicen en el pueblo, que esas luces que están en el cielo se llevan a las personas y tal vez ya no regresen nunca a casa, aunque a veces pienso que son solo rumores pues nunca le ha ocurrido eso a alguien en el pueblo, sino, nos habríamos enterado. Es por eso que cuando me alejo de casa mi madre se preocupa mucho y siempre me recuerda que debo estar atenta a todo lo que me rodea allá afuera y que si escucho ruidos sabiendo que no hay nadie más a mi alrededor, que no les haga caso, porque si los sigo, podrían ser las luces que me quieren llevar. Y es que existen seres extraños como demonios que toman forma humana o de animales, duendes que habitan debajo de algunos puentes o lugares alejados, mukis que pueden darnos suerte y dinero, también los condenados que son almas que murieron de forma trágica y que no tienen nada más que hacer que asustar a los caminantes.
Así Justina, una mujer fuerte y decidida, camino tanto que no podría contar la inmensidad de sus pasos ni determinar el cansancio de su joven cuerpo. Lo que si podría decir, es que era una mujer excepcional, tal vez ella no ha mencionado sus cualidades pero todos los que la conocen saben que no es una simple mujer más, pues tiene un carácter fuerte y mucha destreza para realizar los trabajos que también hacen los hombres, no tiene muchas amigas porque consideran que lo que ella hace no es parte del quehacer femenino, porque además de ello, le gusta leer y sabe escribir. Le encanta aprender y además cantar cuando sale al campo, esto le ayuda a darse ánimos y fortaleza frente a la intemperie y todos aquellos peligros que pudieran haber en el campo. En el pueblo se menciona que de noche aparecen luces en el cielo, algunos piensan que son las divinidades que quieren bajar a la tierra para acercarse a los humanos, otros, piensan que son seres del más allá considerados de otro planeta. Mencionan además, que esos seres toman formas humanas y que se encuentran entre nosotros, que quieren conocernos o estudiarnos para poder más adelante formar parte de nuestro mundo o desaparecernos por tener una inteligencia más desarrollada que nosotros.
En el pueblo parece que se congelara el tiempo, pues no se dan cuenta que Justina ha desaparecido y no vuelve a casa; su padre no ha notado su ausencia pues tal vez cree que se entretuvo conversando con alguien en el camino. Al pasar dos días, los padres de Justina se encuentran preocupados y empiezan a preguntar a todos los del pueblo si han visto a su hija, se encuentran desesperados y emprenden un viaje hacia lo desconocido del campo acompañados de otros vecinos curiosos, pero no encuentran ni un rastro, ni si quiera un lazo de los cabellos de Justina, es como si la tierra se la hubiese tragado. Los pobladores empiezan a especular que Justina ha sido secuestrada por las luces del cielo, aunque no era de noche, e intentan investigar si alguien pudo verla desaparecer o sabe sobre su paradero. Por el contrario, su padre piensa que ella ha escapado, pues su sueño era salir del pueblo y evitar así el destino de todas la mujeres, el matrimonio.
Así transcurre en el pueblo una semana y mientras la madre de la ya olvidada Justina, se encuentra en cama enferma de tristeza por la pérdida de su hija, su esposo, se encuentra en el campo, como si nada hubiese pasado. De pronto cerca de la casa se escucha el sonido de un caminar cansado, pero ahora confuso, pues es Justina que ha vuelto a casa sin saber cómo llegó allá. Su madre, al verla queda atónita y solo atina a abrazar a su hija. Por la noche el padre conversa con la madre de la confusa Justina, quien se encuentra recostada en cama con la mirada perdida, no articuló ni una sola palabra desde su llegada y si quiera sintió hambre ni frío; se encuentra viva, pero es como si no lo estuviera.
Han pasado 60 años desde entonces y ella aun no recuerda que es lo que en realidad pasó, cuando le preguntan sobre el suceso de su desaparición dice que se sentía muy cansada después de caminar tanto, cuando se agachó a arrancar las flores y sintió una fuerte luz que le alumbraba, cuando alzó la cabeza para ver de donde venía la luz, sintió que se asfixiaba y se desmayó. Luego de eso no recuerda más, pero menciona que luego de que regresó a su casa se sentía cansada y sin energías por un buen tiempo. Pasó el tiempo, se casó, tuvo hijos, y estos se hicieron adultos que no vieron futuro en ese pueblo, entonces migraron a Lima y formaron sus familias.
A pesar que el tiempo transcurrió, los habitantes del pueblo de Justina aseguran que ella ha desaparecido otras 2 veces más y que cada vez que ha regresado al pueblo no recuerda nada sobre ese suceso, pero pasan semanas y luego ella se recupera para ser la misma mujer que sigue adelante con la vida que le tocó.
Solo me preocupan mi familia, felizmente mis hijos y nietos se encuentran en Lima, pronto estaré allá para evitar que la luz me haga desaparecer. Nunca quise creer en las habladurías del pueblo sobre las luces del cielo, tal vez, aún no creería en ello a la edad que tengo, si todas las noches al dormir no sintiera que alguien me está vigilando...
A pesar que el tiempo transcurrió, los habitantes del pueblo de Justina aseguran que ella ha desaparecido otras 2 veces más y que cada vez que ha regresado al pueblo no recuerda nada sobre ese suceso, pero pasan semanas y luego ella se recupera para ser la misma mujer que sigue adelante con la vida que le tocó.
Solo me preocupan mi familia, felizmente mis hijos y nietos se encuentran en Lima, pronto estaré allá para evitar que la luz me haga desaparecer. Nunca quise creer en las habladurías del pueblo sobre las luces del cielo, tal vez, aún no creería en ello a la edad que tengo, si todas las noches al dormir no sintiera que alguien me está vigilando...
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