Viajé como todos lo hacemos en la vida, tal vez para sentirme libre e independiente, pero quería valerme por mi misma, así que, llegué a un pueblo que no es muy conocido, solo se dedica a la agricultura y ventas de lo poco que produce.
Tenía el corazón destrozado, pues un mes antes de realizar el viaje había terminado con mi enamorado de toda la vida, tal vez, tenía muchas ilusiones y sueños a su lado, pensé que podría formar una familia por que ambos teníamos un buen trabajo y porque además habíamos pasado por muchos problemas pero aún así seguíamos juntos. Nuestras familias se conocían y tenían una relación cordial, pero poco a poco la ambición y las ganas de poseer más bienes materiales, fueron cambiando a mi pareja. Tuve que soportar todos sus desprecios, pues antes le regalaba cualquier cosa que tal vez, no era costosa pero tenia mucho valor sentimental y él siempre me agradecía y la atesoraba con mucho amor, pero luego, cuando se volvió ambicioso, solo criticaba lo poco que le podía regalar y ofrecer. Es por eso, que un día me cansé y en una de nuestras discusiones llegué a odiarlo tanto que envié a un amigo mío, pero que él no conocía, a que lo golpeara ¿se imaginan a lo que debe llegar una persona para dañar a alguien que tanto ama?, pues muy al contrario de sentir tristeza, sentía mucha felicidad por darle su merecido a ese infeliz, que, aunque nunca me engañó con otra mujer, me hacía sentir mal por ser de clase media baja y por vivir en los suburbios.
Mis padres tenían buena imagen de él, sabían que era bien educado, que había estudiado en la universidad más pudiente de Lima y que vivía en una zona residencial, que además sus padres eran pequeños empresarios, pero, que gracias a su esfuerzo y apoyo había mejorado el negocio que tenían.
Es por esas circunstancias, que lo odiaba aun más, porque mi familia siempre me hacía recordarlo y porque no tenía el valor de terminar la relación esta vez, porque sabía que sería el final para ambos. Entonces, de la forma más cobarde, le terminé por teléfono y le dije que ambos no sentíamos lo mismo el uno por el otro, que su indiferencia, egoísmo, vanidad y sobretodo su ambición, me habían desilusionado completamente. Por eso, para que no me buscara, escapé de la ciudad con el pretexto de conseguir un empleo mejor, y sin querer por referencia de mis amistades, llegué al pueblo donde vivo actualmente.
Aquí me dedico a tejer, porque además es algo que me relaja y he aprendido al convivir con las mujeres del pueblo, vendo el mercado todo lo que produzco y no me va tan mal, pues al ser de la capital, mis clientes saben que no les estafaría y les doy buena impresión. Con lo que gano en las ventas, puede alquilar una habitación y también alimentarme, creo que esto será suficiente para estar tranquila en un lugar donde nadie me conoce, así rehacer mi vida, trazarme nuevas metas, pensar en mi futuro y sobretodo olvidar tantos recuerdos que me causan decepción.
Una tarde, mientras regresaba de realizar las ventas de mis tejidos, me encontré con una mujer de apariencia amable que me saludó repentinamente, me dijo que me había visto hace algún tiempo en el pueblo, pero que era evidente que no había nacido ahí, tomó mi mano y me dijo que quería conversar más seguido conmigo porque se sentía sola, que además vivía cerca y que podría ayudarme a vender mis tejidos pues tenía muchos conocidos en el pueblo. Me pareció una persona agradable, así que iniciamos una bonita amistad, le conté sobre mis problemas, mi desamor, mi familia, en general, todo sobre mi vida. Así pasaron tres meses en el pueblo y sentía cada vez la necesidad de hablar con esa mujer que se encontraba tan solitaria, pues sentía que nos acompañaríamos mutuamente.
Debo mencionar algo importante que aprendí en la vida después de todo lo que me pasó, esto es, no confiar en las personas por muy amables que puedan ser porque siempre esconden algún secreto o nos quieran hacer algo malo. Digo esto porque la mujer que consideraba mi amiga, ocultaba un secreto que al inicio parecía inofensivo y parte de lo "normal", pero luego las cosas fueron cambiando.
Ella me mostró algunos amuletos que servían para la buena suerte y sabía utilizar muy bien las yerbas para diferentes malestares y dolencias. Eso me causaba cierta curiosidad; así que decidí averiguar más sobre ella porque lo que me contaba de su vida era muy breve. Pregunté a las personas más sociables del pueblo y a algunos vendedores del mercado donde vendía mis tejidos, finalmente descubrí que ella era una curandera. Mientras caminaba hacía mi hospedaje, preguntándome porqué esa mujer me había escondido su verdadera identidad, escuché a lo lejos una voz que me llamaba, no le presté importancia y seguí caminando, luego esa voz se sentía más cercana y sentí que alguien tomaba mi brazo, al voltear, me di cuenta que era mi ex pareja, al que no quería ver nunca más, que había regresado a buscarme.
Una sensación de miedo con ira estremeció todo mi cuerpo, me tranquilicé porque pensé que era una alucinación, pero era cierto, entonces me comentó que había pensado muy bien las cosas y que quería formar una familia conmigo, además, que había buscado a mis padres y les preguntó donde estaba, por eso fue inmediatamente a buscarme. Así pasamos algunos días de vacaciones recordando el afecto que nos teníamos, pero nada volvería a ser lo mismo.
Crisanta era el nombre de la curandera que siempre me observaba pasar por la misma calle de su vivienda y que últimamente por andar en amoríos, no había podido visitarla. Pero sentía la necesidad de aclarar mis dudas y quería que me ayude en algo importante, un amarre.
Así surgió esa terrible pero equivocada idea de la cual me arrepentiría por siempre, le pedía a aquella mujer su apoyo, ella me leía las hojas de coca y me mencionó que él no sería mi pareja perfecta, pero que a pesar de tener problemas, tendríamos un hijo y sería la mujer más infeliz. No decidí creerle pues más podían mis ganas por retener a mi pareja, así que le pedí que hiciera un amarre para que él no volviera a dejarme y que siempre me amara. Ella me pidió algunas cosas personales de él y también mías, como restos de cabello, uñas, además de prendas de vestir usadas y fotos de ambos. Incluso sacrificó a un perro negro que ella tenía para lograr realizar el hechizo.
Pasaron algunos días y empecé a notar cambios en su conducta, además de ser amoroso y amable conmigo, quería ayudarme en todo y evitarme cualquier forma de dolor o pesar, todo estaba mejor que antes. Me despedí de aquella mujer pues mi pareja y yo regresamos a la ciudad, aunque ella me miraba con ojos de dolor como si sintiera lastima de mi, ignoré su expresión y seguí con mi vida.
Al llegar a la ciudad, en algunos meses, nos casamos y en un año me encontraba embarazada, pero sentía mucho malestar físico, los dolores se incrementaban y ya no podía permanecer de pie mucho tiempo, siempre me encontraba recostada en cama todo el día, el doctor decía que era normal en el embarazo por eso no me asusté y no acudí a otro médico, pero durante el cuarto mes de gestación me salieron manchas en la piel y resequedad, mis manos y mis pies se empezaron a agrietar y sangraban levemente. Mi ahora esposo, hacía de todo por no verme sufrir, pues creo que seguía bajo los síntomas de aquel encantamiento.
"No puedo permitir que mi esposa sufra, hay algo que le causa tanto malestar, sé que es y esta noche la libraré de ello, la amo tanto que no quiero verla así, y destruiré a todo aquello que se interponga a nuestra felicidad"
El esposo mencionaba esto porque se encontraba hechizado, su esposa, descansaba apaciblemente, pero no sabía que él en su permanencia en el pueblo, antes de regresar a la ciudad, se había encontrado en el mismo camino con la mujer, "la curandera", ella, había usado los mismos argumentos que con su esposa y por eso, mientras la mujer no la visitaba mantuvo una amistad con aquel hombre y antes de irse a la ciudad, le había dejado un número telefónico para seguir en contacto con él, todo esto para destruir a su esposa por haberla dejado sola en el pueblo y aunque el hombre no sabía que dañaría a su mujer, así lo hizo. Esa noche, la mujer despertó gritando de dolor, pues había abortado, porque horas antes, su esposo le había dado de tomar un mate de hierbas que "la curandera" le había recomendado para curar a su esposa enferma y embarazada.
Así no solo la mujer perdió a su bebé, sino, que su esposo se suicidó después, porque no pudo con la culpa y el dolor de verla sufrir. La esposa, al quedarse sola, regresó al pueblo para buscar a su amiga "la curandera" y preguntarle porqué todo había terminado tan mal.
Ella, le respondió: "Estas cosas son así, debes ofrecer algo a cambio para que se cumplan, yo no podía ofrecer tu vida, ni la de él, así que pensé que algún día tendrías hijos y ofrecí el alma de aquel ser que se alojaría poco tiempo en tus entrañas, además tú nos perteneces, me perteneces a mí y al pueblo, porque en estas tierras, escondí ese hechizo que hice con los restos de tu cabello y uñas, por eso estas enferma y si te vas nuevamente de este pueblo morirás muy pronto, yo puedo cuidar de ti, porque el único camino que tienes es quedarte aquí, conmigo, por siempre"
La mujer llora, pero no por su vida, sino por todo aquello que perdió, pues en su alma ya se encuentra aquella ambición que hizo odiar por algún tiempo a su esposo muerto, ella solo quería ser amada y no estar sola. Entonces comprende que debe quedarse en ese pueblo, pues cada vez que vuelve a la ciudad a visitar a sus padres, empiezan los dolores del cuerpo y del alma, que la destruyen, además de una extraña enfermedad que no tiene explicación, pues ella, así como su esposo muerto, también fue hechizada...
No hay comentarios:
Publicar un comentario