La medicina científica no ha estudiado a fondo el "mal de ojo" y "el mal de susto", lo confunden con un malestar general y solo nos recetan pastillas, en el caso de los niños, jarabes; pero realmente pienso que no les ha sucedido alguno de estos males.
Cuando era pequeña, mis padres trabajaban todo el día y siempre me dejaban a cargo de una empleada, niñera e incluso si no había algún familiar que pudiera cuidarme, terminaba encargada en la casa de una vecina que vivía muy cerca a mi casa. Ella, provenía de la zona andina peruana y tenía muchas creencias en los seres sobrenaturales, así como en la medicina ancestral que ahí se practicaba. Esa mujer, era en un inicio una buena persona que le gustaba ayudar a todos los vecinos que vivían en mi barrio, casi siempre me cuidaba e incluso me alimentaba, lo recuerdo muy bien pues me gusta mucho la comida de la sierra. Ella tenía dos hijos que en esas épocas eran adolescentes, pero no centraba su atención en ellos pues le gustaba los niños más pequeños, siempre peinaba mis cabellos con mucho cuidado y me contaba historias, incluso me hacía jugar y avanzar mis tareas; en ese entonces tenía cuatro años.
Un día llegó a casa de esa mujer una inesperada noticia, le comunicaron que su madre había fallecido, víctima de los atentados terroristas de aquella época. La muerte de su madre fue un hecho que la marcó en lo más profundo de su ser, pues los terroristas la degollaron, no sin antes ultrajarla a pesar de ser una señora que vivía apaciblemente en su chacra, allá por Otuzco. Así trajeron hasta Lima los restos de esa pobre mujer que fueron velados en su casa, en aquella oportunidad me encontraba en aquella vivienda cuando todo sucedió...
Tenía tan solo cuatro años y no me encontraba bautizada, recuerdo que estaba sentada en una silla de esa casa, veía como todas las personas estaban vestidas de negro y la pobre mujer, mi vecina, lloraba desconsoladamente, no abrían el ataúd pues decían que al unir la cabeza con el cuerpo, el cadáver tenía una forma muy desagradable. No entendía mucho sobre la muerte a esa edad, pues hasta ese momento no había presenciado lo mismo en mi hogar, así que solo me dedicaba a observar a las personas que se encontraban ahí, esperando, que mi madre llegue a recogerme para llevarme a casa. En algún momento, me sentí abrumada y aburrida de estar sentada, entonces decidí recorrer la casa, me llamaba mucho la atención ver los jardines y habitaciones, pues esa vivienda era un poco oscura y casi siempre olía a humedad, además, la vecina nunca me dejaba pasar a ese lado de la casa, siempre estaba en su patio de la entrada o en su sala.
Como todo infante curioso, empecé a entrar a las habitaciones, hasta que pude percibir, que una sombra corrió hacia otra de las habitaciones y decidí seguirla, vi entonces que esa sombra se metía debajo de la cama, entonces, me agaché pegando mi cabeza al suelo para observa que era, cuando de pronto, sentí que no podía levantarme y el olor a humedad aumentaba considerablemente, incluso un olor a sangre invadía el lugar, quería gritar pero no podía, sentía algo que atascaba mi garganta como si hubiera tragado polvo o pelusa.
Como todo infante curioso, empecé a entrar a las habitaciones, hasta que pude percibir, que una sombra corrió hacia otra de las habitaciones y decidí seguirla, vi entonces que esa sombra se metía debajo de la cama, entonces, me agaché pegando mi cabeza al suelo para observa que era, cuando de pronto, sentí que no podía levantarme y el olor a humedad aumentaba considerablemente, incluso un olor a sangre invadía el lugar, quería gritar pero no podía, sentía algo que atascaba mi garganta como si hubiera tragado polvo o pelusa.
Seguía observando a la "cosa" que se encontraba debajo de la cama la cual tenía un tamaño pequeño como si fuera un balón, no parecía ser un ser humano sino una parte del todo. Mis dudas se despejaron cuando efectivamente pude ver un rostro con la mirada perdida y rodeado de sangre... Era el rostro de la mujer decapitada, pronto, veía como ese rostro se quería acercar cada vez más al mío. Me sentía aterrorizada, hasta que apareció la hija de la vecina que vivía en esa casa y me levantó del suelo, al ver que no reaccionaba me llevó al baño y me lavó el rostro, pues pronto vendría mi madre a recogerme.
Lo demás que comentaré es lo que otras personas cercanas a mi percibieron, pues no recuerdo nada más de lo sucedido, era como si mi alma no habitara en mi cuerpo, como si hubiera viajado a otra dimensión...
Mi madre me comentó años después, cuando era adolescente, que ese día me recogió de la casa pero que me veía pálida, la vecina le dijo que la disculpara porque solo había preparado el almuerzo, más no la cena y que tal vez como no había cenado me encontraba así, mi madre le creyó y me llevó a casa, preparó la cena y al hablarme no encontraba reacción en mi, me recostó en mi cama para dejarme descansar. Había dormido muchas horas al parecer, pero soñaba cosas sin sentido. Me levanté en medio de la madrugada y llamé a mi mamá, ella se acercó, observó que no podía respirar bien, entonces me levó al baño y recuerdo que vomitaba tanto que sentía que me iba a desmayar. Me tomó la temperatura y no tenía fiebre, al parecer no era una infección estomacal, mi madre se desveló esa noche a mi lado.
Al día siguiente, mi madre, faltó al trabajo para quedarse cuidándome y fue al mercado a realizar las compras, entonces, se encontró con otra vecina que también me tenía aprecio e iniciaron una conversación, en la cual mi salud era el tema principal, la vecina le sugirió a mi madre que tal vez tenía "el mal del susto" fue en ese momento que dejó sus creencias religiosas a un lado y se acercó a la casa de una curandera, que hasta la actualidad esta viva y con buena salud. La curandera llegó a mi casa, me revisó y notó que había sufrido el mal del susto, sin preguntarle nada a mi madre, le dijo que yo había visto algo malo, como un alma, porque mi mirada estaba perdida, procedió entonces a pasarme el papel periódico y al quemarlo empezó a reventar, además me pasó el huevo realizando oraciones para que mi alma volviera a mi cuerpo, pero no funcionaba. Ella decía que lo que había visto no era una persona sino un ser mundano que no tenía forma humana.
Pasaron tres días en los cuales la curandera llegaba a mi casa y me realizaba una limpieza, con flores, agua florida, huevo y sus infaltables oraciones. Al cuarto día veía mi semblante mejor, entonces realizó una última sesión y me sumergió en una tina de agua tibia en donde roció muchas flores, me pasó la ruda mientras me bañaba en esa agua, también realizó sus oraciones y me pedía cerrar los ojos, yo, a pesar de no conocerla, me sentía segura con ella. Era como si su presencia alejara todo lo malo, aunque esa mujer tenía las manos frías y arrugadas, era muy paciente con los niños.
Al quinto día ya estaba curada, pero ella quería saber si por momentos me perdía en mis pensamientos o si recordaba haber visto algo cuando sufrí el susto, pero nunca le mencioné a nadie lo que que sucedió ese día, prefería olvidarlo. Entonces, la curandera, llevó a mi casa a un niño, quien era su nieto, él se llamaba Manuel, me dijo que seríamos amigos porque teníamos la misma edad y que tanto él como yo habíamos sufrido de lo mismo, es decir, del mal de susto.Desde ese momento, Manuel y yo nos hicimos muy amigos, ella casi siempre nos veía jugar y nos cuidaba en el parque, al parecer se había convertido en mi nueva protectora, hasta me regaló una pulsera con huairuros y unas piedritas de colores que más adelante descubrí que eran cuarzos curativos. Ella pudo observar que mi comportamiento era normal, hasta ese momento, y mi madre dejó de sufrir pues ya no sentía miedo de que esté enferma o con "el mal del susto"
Todo volvía a la normalidad y nunca más me llevó a la casa donde tuve el susto más grande de mi vida, hasta ese momento, pues decía que cuando dormía empezaba a balbucear y le decía "mamá no me dejes ahí, la cabeza me va a llevar, la cabeza y la mujer me van a llevar".
Pasó un año de lo sucedido y mi madre decidió bautizarme, en cuanto a la vecina, debo decir que la muerte de su madre decapitada causó un gran trauma en ella, entonces cambió su carácter y se volvió amargada, no salía mucho a la calle y siempre le gritaba constantemente a sus hijos. Todos dejaron de confiar en ella, incluso dejaron de hablarle. Su esposo consiguió dos empleos para no verla todo el día y cuando su hijo mayor cumplió los dieciocho años, se fue al extranjero, lejos de su hogar.
Con respecto a la curandera, bueno, pasaron los años y viajó al extranjero, al igual que Manuel, en ese entonces no teníamos la tecnología que existe ahora, así que les perdí el rastro. Sin embargo, sabemos que la curandera sigue viva porque así lo mencionan nuestros vecinos quienes son sus hijos.
Con respecto a la curandera, bueno, pasaron los años y viajó al extranjero, al igual que Manuel, en ese entonces no teníamos la tecnología que existe ahora, así que les perdí el rastro. Sin embargo, sabemos que la curandera sigue viva porque así lo mencionan nuestros vecinos quienes son sus hijos.
En cuanto a mi, es cierto que ya no sufro mal de susto, pero ese suceso dejó algo especial en mi vida, pues puedo percibir "cosas" que otros no pueden a simple vista, incluso a través de los sueños. Y aunque a veces quiera aparentar ser muy valiente, algunas noches siento que mi alma muere de miedo, pues sueño con ese rostro de la cabeza decapitada y algo que me ahorca, nuevamente pierdo el habla y la cabeza se acerca cada vez más a mi rostro...
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