Desde que era pequeña siempre me gustó viajar y salir de paseo, no tenía muchos recursos para hacerlo, así que aprovechaba los paseos escolares para poder salir más allá de mi casa.
Mi escuela era pública, era muy grande y antigua, tenía carpetas viejas y deterioradas, pero eso no era importante para mi, pues solo quería estudiar, hacer amigos, y crecer disfrutando cada etapa de mi vida. Al ser mi escuela tan grande, realizaban talleres todo el tiempo pues siempre tenía acogida. Eran talleres, de baile, música, pintura, costura, natación, e incluso de carpintería. Pero al no tener muchos recursos decidí inscribirme en clases de música para especializarme en canto, pues solo necesitaba mi voz.
Recuerdo que el colegio tenía un anfiteatro grande, que siempre me daba escalofríos al ingresar, pues como mencioné era muy antiguo, hasta que le agarré costumbre y por las tardes, después del almuerzo que nos brindaba el colegio, mi mejor amiga y yo nos metíamos a ese anfiteatro a jugar dentro, pues a esa hora no habían personas. Nos poníamos a correr dentro, además nos subíamos al escenario a simular que éramos grandes cantantes y bailábamos.
Habíamos notado rápidamente la presencia de un piano, era muy viejo, pero funcionaba, porque la profesora de música lo utilizaba, pero pronto salimos corriendo de ese lugar pues el piano empezó a sonar como si alguien lo estuviera tocando, además, la soga que se encontraba ahí que era para subir el telón, se movía incesantemente de un lado a otro, como si alguien se colgara de él.
Esos no eran los únicos sucesos paranormales de ese colegio, pues había un espacio llamado "cementerio de carpetas" en donde se encontraban todas aquellas carpetas rotas que aun no las reciclaban ni las desechaban, era en ese lugar que también por las tardes pasaba algo extraño, pues las carpetas sonaban como si alguien las moviese, como si una persona atravesara el lugar y las moviera. Era en esos momentos en los que mi mejor amiga y yo salíamos corriendo.
Una tarde, se realizó la reunión de padres en el colegio, pero mi mamá decidió llevarme, así que la acompañé. Me encontré con mi mejor amiga, entonces decidimos jugar en el patio pues ya sabíamos que no debíamos acercarnos a esos lugares donde habían almas en pena. Debo mencionar que en esa escuela, había un señor que vivía en ella, que era el guardan y este tenía una hija adolescente, la cual, cuando se encontraba aburrida solía contarnos historias de esas almas en pena del colegio, muchos no le creían, pero yo había presenciado eso, así que le pregunté si habían otros lugares donde hubieran más almas, me mencionó que en los baños del primer patio, donde se encontraba mi aula, durante la noche se escuchaban pasos, incluso voces de niños llorando.
Eso me causaba temor, pero como no lo había visto no podía creerlo, incluso me dijo que ella tenía mucho miedo de salir por las noches al patio pues algunas veces las voces de esos niños le llamaban por su nombre; muy aparte de esas historias espeluznantes, habían momentos gratos que nos daban los maestros y algunos auxiliares, este era el caso de Aitana, nuestra auxiliar de aula. Ella era ayudante de nuestra maestra, pero también nuestra consejera, era la persona más generosa y noble que hubiera conocido, todos la queríamos mucho e incluso jugábamos con ella y le hacíamos reír con nuestras bromas, sentíamos que era como una hermana mayor. Un día, mientras nos encontrábamos en el recreo conversando con ella y compartiéndole un poco de lo que traíamos en nuestras loncheras, ella sintió algo que le presionó el pecho, se levantó para pedir ayuda y de inmediato cayó al suelo desmayada, cuando pedimos ayuda la ambulancia tardo en llegar, era demasiado tarde, pues había fallecido de un infarto.
Nadie sospecho de su enfermedad al corazón, pues era algo genético que le arrebató rápidamente la vida, todos sufrimos su pérdida pues no podíamos comprender lo fugaz de la vida, pero fue en ese momento que recordé que ella formaría parte no solo de nuestros recuerdos, sino, de la escuela y trabajo que tanto quería. Les comenté a mis compañeros que habían almas que se quedaban aquí por la eternidad atrapadas, y que nuestra auxiliar también viviría aquí por siempre. Luego de mi discurso sentí un golpe fuerte en el rostro, era mi mejor amiga, que adoraba a Aitana y que no podía soportar su partida al más allá, entonces con el dolor de su corazón decidió golpearme para callarme, pues ella sabía que pasaban cosas extrañas en el colegio pero decidió tomar lo que dije como un insulto, dijo que hablaba incoherencias, que la auxiliar siempre había sido buena y que su alma estaría en el cielo.
Y es cierto que cuando una persona muere en una circunstancia trágica, su alma se queda atrapada aquí en el mundo real, en donde se encontraba la última vez, o también en el lugar que más quiso o con el objeto que tanto utilizó. Siempre he creído esto pues lo he presenciado y más en esa escuela; así que ideé un plan para que todos me creyeran, no estaba segura si funcionaría pero quería arriesgarme, aunque también podía poner en peligro la vida de alguien más. Así que pasaron algunos meses después de la muerte de nuestra auxiliar y el colegio realizó una misa por su fallecimiento, pero iba a ser en la noche dentro del mismo colegio, así que decidí entrar por la tarde, porque sabía que no habrían personas en ese patio, menos en mi aula, pues toda la atención estaba en el patio central para realizar la misa. Entré a aquel pabellón donde todo sucedió, pues se encontraba deshabitado, llevé a mi mejor amiga, sí a la misma que me dio la bofetada, pues tiempo después de la muerte de la auxiliar me dijo que la extrañaba mucho y que al menos le gustaría escuchar su voz o sentir su presencia que tanto la reconfortaba, entonces cumplí su deseo. Nos acercamos en silencio, no podíamos hacer ruido y nos comunicábamos por señas. Al acercarnos empezamos a escuchar los ruidos del baño, se escuchaba como si abrieran los caños y pisadas en el agua, pero, aunque nos moríamos de miedo, nada podía distraernos de nuestro objetivo.
Así que nos acercamos más y más a nuestra aula, que fue el lugar donde la auxiliar había muerto, la puerta estaba junta, no entramos, nos quedamos afuera muy cerca de la pared para escuchar todo, entonces un gran silencio invadió el lugar y el ruido que venía del baño se terminó, porque escuchamos como una joven reía ligeramente para luego escuchar pasos en el interior del aula, se oía también alguien que acomodaba libros, cuadernos que se caían y finalmente el susurro de una canción que terminaba en un llanto, pero nunca esa voz mencionó palabra alguna...
Cuando de repente mi amiga gritó ¡Dios ayúdanos! y yo volteé y le tapé la boca con mis manos temblorosas de miedo, entonces todo terminó y nos armamos de valor pues al no escuchar ruido alguno entramos al aula y no había absolutamente nadie, sentimos tanto miedo que salimos corriendo muy rápido. Ya en la calle, mi amiga me dijo que nunca más volvería a ese lugar conmigo y menos en la tarde, que no quería saber nada más de eso y que no le contaría a nadie lo que sucedió. Ella vivió mortificada por el temor de sentir que algún alma podría visitarla. Muy contrario a eso, yo no le tenía miedo, pues ya había presenciado cosas anteriormente, pero igual, rezaba por las noches para que el alma no me perturbara y descansara en paz. Pero mi amiga no pudo con ello mucho tiempo, pues a la semana siguiente durante el recreo, quise comentar ese suceso, pero ella cambió de tema mientras me miraba fijamente y me hacia una seña de negación para olvidar dicha historia, luego de eso, mientras comía un poco de pollo que había traído de casa, se atoró con el hueso, todos intentaron ayudarla pero solo vimos que se puso muy morada y murió.
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