Siempre he oído la frase "si estas con Dios nada malo te pasará", pero me pregunto si los duendes, el demonio, o seres de otros planetas incluso criaturas antropomorfas saben de la presencia de Dios. Qué pasaría si ellos ¿no lo conocen ? entonces, ni las oraciones, ni los crucifijos o imágenes sagradas podrían salvarnos, desearía no tener que vivir una experiencia de ese tipo.
Vivíamos en casa de mis abuelos, no teníamos lujos, pero mis padres me brindaban lo necesario para vivir bien, mi hermano mayor siempre se preocupaba por mí, aunque nuestra diferencia de edad no era mucha y todavía éramos unos niños, a pesar de ello, él era más independiente que yo. Mi abuelo, era un hombre de apariencia seria, casi nunca lo veíamos reír, se enojaba todo el tiempo y discutía con mi abuela. Ella, al contrario, era una persona muy amable y tranquila, no había podido estudiar por lo que solo se dedicaba a ser ama de casa, pero lo hacía con una buena actitud, pues siempre nos preparaba cosas deliciosas para comer.
Uno de esos días tristes que forman parte de mi infancia, los problemas empezaron en mi hogar, pues resulta que mi abuelo, el propietario de esa casa, nos estaba desalojando a mis padres, a mi hermano y a mi. No le importó que fuéramos su familia, sino que había estafado a mi padre, ya que por el espacio que nos dio en su casa, mi padre le había dado una fuerte suma de dinero, en realidad le había comprado el espacio, incluso había construido e hizo los acabados como si fuera nuestra casa propia. Pero mi abuelo tenía otros planes, él quería darle ese espacio a otro de sus hijos, dejándonos en la calle, pues no había un documento o contrato de la venta, todo era un acuerdo verbal.
Mi madre enfureció tanto al encontrar nuestras cosas en la calle, pues ella llegaba de trabajar en la noche, e inmediatamente le reclamó a mi abuelo que al menos le reembolsara el dinero, pero él no lo quiso hacer, es más mencionó que si seguíamos afuera un par de horas más, llamaría al serenazgo para que nos retiren pues no podíamos ocupar el espacio público con todas nuestras cosas. En esos momentos, todos odiamos al abuelo, excepto yo, porque era muy pequeño y no entendía las discusiones de los adultos.
Mi padre pidió apoyo a los vecinos más cercanos, para que guardaran nuestras cosas, mientras nosotros pasábamos la noche en un hospedaje. Al día siguiente mi madre consiguió un nuevo lugar para vivir, pues en su desesperación le pidió referencias a sus amistades y ellos le dijeron que había una casa grande que estaban alquilando en una buena zona de la ciudad y a un precio accesible, ella pensó que esta casa sería mucho mejor que la casa del abuelo. Inmediatamente mi madre hizo la transacción al dueño del lugar y nos dio la casa unos días después. El dueño, le había alquilado una casa a mi madre a un precio muy cómodo, pero no sospechábamos porqué, tampoco podíamos reclamar nada, pues mi madre sustentaba nuestro hogar.
La casa no era tan mala, si hablamos de infraestructura, era grande, tenía muchas habitaciones e incluso un jardín, para poder criar una mascota. En ese nuevo lugar, pasamos la primera noche, porque llevaron todas nuestras cosas en el camión de la mudanza, y por fin, descansamos apaciblemente. Pasaron algunos días y mi madre nos matriculó en una nueva escuela, a unas cuadras de nuestra nueva casa, mi padre nos llevaba al colegio todos los días y se encargaba de ayudarnos a realizar nuestras tareas, pero faltaba alguien que se encargara de la limpieza de la casa, así como de los otros quehaceres del hogar, un mes después ya teníamos una nueva empleada y niñera, la señora "S".
Ella era una mujer muy educada y joven, nos quería mucho, sobretodo a mi, siempre le gustaba tocar mis cabellos rizados y decía que era el niño más tierno y sensible, que no era cruel o rebelde como los otros niños que ella había conocido. Pronto se adaptó a nosotros y también a la casa, pero mientras más nos acostumbrábamos a aquella casa, muchas cosas extrañas sucedían.
Un día, desperté temprano, era sábado pero sabíamos que mi madre se iba a trabajar, sin embargo, mientras mi hermano y yo desayunábamos en la cocina, oímos un ruido que venía de una habitación, nos acercamos y se escuchaba como si alguien estuviese usando la máquina de escribir que teníamos, pensamos que era mi madre que había regresado, pero al entrar, no encontramos absolutamente a nadie. Nos dio mucho miedo, así que salimos corriendo y nos metimos en nuestra habitación. Ese mismo día, horas más tarde, la señora "S" se dedicaba a limpiar la sala y los cuartos, cuando vio una sombra correr y pensó que éramos nosotros que a veces jugábamos con ella, pero al acercarse a nuestra habitación nos vio recostados en nuestra cama leyendo algunos libros. Ella me preguntó si había estado por la sala jugando o corriendo, pero nosotros le juramos que no habíamos salido de la habitación.
Los días siguientes, fueron similares, las apariciones de aquellas almas que vivían en nuestra casa, se hacían notar, a veces, eran sombras que pasaban rápidamente y en otras ocasiones la señora "S" y mi padre sintieron que alguien les tocaba el hombro, lo extraño era, que al voltear, no había nadie cerca.
Una noche que mi madre se quedaba en el trabajo haciendo el inventario de la empresa donde trabaja, mi padre nos hizo dormir, dijo que no prestáramos atención a lo que veíamos o si escuchábamos ruidos, que esas cosas o fantasmas no existían que podía ser el viento o algún insecto, también nos pidió que no le comentemos nada a mi madre, lo mismo hizo con la señora "S". Todos estábamos descansando pues era muy tarde, solo mi padre se quedó dormido en el mueble de la sala mirando televisión, cuando sintió que alguien lo movía para despertarlo, entonces trato de abrir los ojos para despertar pensando que mi madre había regresado, pero al abrir los ojos, pudo observar las piernas de un hombre que estaba parado frente a él, pero no se movió, se quedó recostado en el mueble, hasta que pudo ver como esa persona se alejaba caminando, pero nunca vio su rostro. Esa noche sintió un gran temor, pues no pensó que en nuestro hogar existieran fuertes presencias del más allá.
Él no sabía como contarle lo sucedido a mi madre, pues ella no creía en esas cosas, así que, regresó a la casa del abuelo para pedirle que nos devuelva el espacio donde vivíamos anteriormente, pues en el fondo sabía que no podríamos sobrevivir mucho tiempo en la casa que habíamos alquilado, mucho menos con las presencias paranormales. Se sentía más tranquilo cuando nos íbamos al colegio, y para protegernos de algún modo, trajo a nuestra casa un perro. Nosotros estábamos muy felices pues nunca habíamos tenido una mascota, sin embargo, la situación empeoraría.
El perro, al que llamamos Bob, era muy cercano a nosotros, no nos dejaba en ningún momento, pero mis padres nos habían prohibido dormir con él, así que lo dejaban en el jardín por la noche. Bob, ladraba constantemente en la madrugada, así que a veces mi padre lo dejaba entrar a la casa en secreto. Una noche sentí que el perro corría dentro de la sala pero no ladraba, solo se escuchaba sus pisadas, así que me levanté y me acerqué a ver que pasaba, pero me quedé petrificado al ver que todo ese alboroto, se debía a que el perro estaba persiguiendo a un niño que se encontraba corriendo dentro de mi casa y en la sala, pero Bob no sentía miedo, parecía que ambos jugaban. Me quedé observando sin saber que hacer, pero en un instante, ambos se quedaron quietos y el perro salió corriendo asustado, el niño que jugaba con él se quedó paralizado pues apareció un hombre con traje negro, este se acercó al niño y lo tomó por el cuello para ahorcarlo, en esos instantes grité para pedir ayuda, mis padres se despertaron y me vieron de pie en la sala pero al prender las luces, esas dos personas habían desaparecido. Le conté todo lo que había visto pero ellos me decían que tal vez lo había soñado, pero mi padre sabía que eso era real, pues anteriormente había visto a ese hombre que describí.
Nos quedamos en la sala, mientras mis padres me hablaban y me abrazaban. Mientras tanto, en nuestra habitación, mi hermano se despertó por los ruidos pero no podía levantarse, pues él al igual que yo, se había quedado asustado, porque el niño al que vi jugando estaba al pie de su cama mirándolo y haciéndole una señal de silencio. Él cerró sus ojos para no ver a aquel espectro y sintió como su piel se ponía helada porque aquella presencia se acercaba más a él para susurrarle al oído que debíamos irnos pronto o alguien moriría.
Al día siguiente, mi hermano no mencionó lo que le había ocurrido, pero se aislaba de nosotros, a veces, su mirada se perdía en el vacío de la casa, como si estuviera esperando algo, esto sucedía porque constantemente veía a aquel niño caminar por nuestra casa, pero cada vez, el niño tomaba un aspecto diferente, aparecía con nuevos golpes y cortes, hasta que un día apareció con la cara azul como si hubiera muerto asfixiado. Mi hermano no podía con tanta angustia y le contó todo a mi padre, pues no podía comer y a veces sufría de insomnio, pude saberlo, pues por las noches lo escuchaba llorar y a veces rezaba. Incluso metía al perro a su cama para que le hiciera compañía pues tan solo era un niño de 10 años que tenía mucho temor de aceptar los hechos sobrenaturales que ocurrían en nuestra casa.
Y es que habíamos soportado vivir con esos entes alrededor de tres años y no podíamos seguir así, sentíamos, que nuestros ánimos cambiaban con el paso del tiempo, que a veces estábamos coléricos y luego nos deprimíamos, tanto así que no queríamos ir a estudiar ni hacer las tareas. Mi padre nos llevaba a la fuerza al colegio pero nuestro rendimiento académico disminuyó, hasta que la profesora conversó con mi padre y él le dijo que se debía a que mi madre trabajaba mucho y no nos prestaba atención, que tal vez por esa falta de afecto, nos sentíamos desganados, tal vez, ya no queríamos vivir.
La maestra nos preguntaba que era lo que nos pasaba, pero mi hermano no le respondía, en cambio, yo le comenté todo lo que sucedía en nuestra casa, pero ella nos nos creyó, pensó que como éramos niños queríamos llamar la atención, así que nos sacaba del aula para enviarnos con la psicóloga del colegio, pero no lograba mejora alguna. Todo cambió cuando aparecieron marcas en nuestro cuerpo, parecían pequeños moretones pero no sabíamos cómo habían aparecido. La profesora los notó y nos retuvo en la escuela y llamó a nuestros padres, ellos fueron inmediatamente, ella les mostró que teníamos los moretones, pero siempre le dijimos que nuestros padres no los habían ocasionado, igual ellos, se defendieron y dijeron que como éramos varones, tal vez jugábamos a empujarnos o éramos toscos. Ese mismo día, después de la reunión en el colegio, al llegar a casa, mi madre ingresó a la cocina para prepararnos algo de cenar, pero vio a la señora "S" que se encontraba en un rincón sentada en el suelo y se cubría el rostro con las manos, mi madre le habló para que se levantara, pensó que tal vez algún ladrón se había metido a nuestra casa. La señora "S" le dijo que teníamos que irnos pronto de ahí que incluso ella ya no volvería atrabajar para nosotros mientras lloraba y temblaba, pues había sentido las manos de un hombre alrededor de su cuello que querían ahorcarla, en ese momento, vio el alma del niño muerto y trató de gritar, entonces llegó Bob, nuestro perro, y empezó a ladrar tanto que el hombre soltó a la señora "S" y ella cayó al suelo casi asfixiándose y pudo ver como el hombre no era humano, sino un espectro que se desvanecía, entonces a lo lejos pudo oír que Bob corría para esconderse para luego aullar de dolor, pero que no tuvo el valor para acercarse a ver lo que sucedía y solo se arrastró a un rincón de la cocina a rezar para que nada le pasara.
Después del testimonio de la señora "S", mi madre buscó a Bob pero lo halló muerto como si le hubieran clavado con un cuchillo en varias partes del cuerpo, todo despanzurrado, en su habitación. Ese mismo día, mi madre llamó al arrendatario de la casa, y le pidió que se acercara urgente. Por un momento mi madre, no creyó que aquello que atacó al perro no fuera humano, así que revisó las cerraduras de todas las puertas y todas las habitaciones hasta encontrar un rastro humano, tal vez de un ladrón, pero todo estaba intacto, nadie más había ingresado a la casa.
Pero mientras buscaba en su habitación para buscar pruebas del supuesto robo, sintió que no estaba sola, pues en una de las esquinas de la habitación había un niño, que la miraba con ojos de dolor mientras veía como se desvanecía a través de la pared.
Por la noche, el arrendatario de la casa llegó y observó lo que le sucedió a Bob, entonces le dijo a mi madre que nosotros tuvimos mucha suerte, pues le pasó al perro lo que tal vez le hubiera ocurrido a alguno de nosotros y luego sonrió de forma nerviosa, además, le dijo que no se preocupara porque le devolvería la garantía del alquiler para que buscáramos otro lugar para vivir. Aquel hombre, sabía lo que ocurría en aquella casa, por eso sintió compasión de nosotros y nos ofreció a ayudarnos con la mudanza.
Ese día trágico, todos nos fuimos a un hotel para descansar, porque todo este misterio que venía incluido con aquella casa, era difícil de procesar, pero finalmente encontramos otro lugar donde vivir y ahora estamos más tranquilos. La señora "S" fue a trabajar a nuestra casa, pero solo por poco tiempo, pues nuestra nueva vivienda estaba lejos de la anterior, en un distrito diferente, así que se dedicó a trabajar para otra familia. Nosotros, es decir, mi hermano y yo, aun recordamos esta historia pero no la contamos a las personas pues no todos creen en presencias paranormales.
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