Ella, es ingenua, piensa que por ser mi hermana debería quererla y tenernos confianza, pero no sabe lo que le espera, no presiente nada, aun si la miro con odio, cree que es un juego, pero esta vez no seguirá viva...
Una mañana fría, Eugenia pensó en su plan maquiavélico, quería librarse de aquella persona a la que llamaba hermana. El malquerer nació desde el día de su concepción, pues ambas eran gemelas de una misma placenta y el odio surgía en las entrañas del viente de una madre con escasos recursos, que a pesar de vivir en la miseria absoluta, amaba y esperaba con ansias en nacimiento de sus niñas, aunque ella no sabía lo que se avecinaba, no sabía que el malquerer estaría presente, quizá antes de la concepción, pues nunca nadie había amado a esa mujer solitaria y pobre.
Llegó el día esperado y a pesar de la precariedad nacieron las gemelas, ambas idénticas, una muy débil y la otra con excelente salud, pero al parecer, la hermana mayor, a la cual llamaron Eugenia, había absorbido más los nutrientes escasos de la madre, generando debilidad en ella e incluso de su idéntica hermana Eufemia. La madre no pudo resistir el tortuoso parto y murió, por lo cual ambas niñas quedaron a cargo de una tía que era soltera y vivía sola. Ella, las crió y trató de educarlas con lo que pudo, pues también carecía de recursos, pero al vivir en el campo todo era más sencillo y los vecinos del pueblo podían ayudarla, nunca les faltó alimento para llevarse a la boca, tampoco un techo para guarecerse de la lluvia torrencial.
Crecían ambas gemelas pero con ellas la animadversión entre Eugenia y su hermana, sobretodo Eugenia que siempre culpó a su hermana menor Eufemia, de la muerte de su madre, entre otras cosas.
Pero hablemos de Eufemia, ella era una niña tranquila y nunca se quejaba por nada, no veía maldad en las personas por lo que muchos se burlaban de ella, incluso sus amigos de la niñez, pero todos rescataban la dulzura y paciencia que eran cualidades que no tenía Eugenia.
Eugenia, por su parte, carecía de gracia, era muy insolente y no le gustaba ayudar a los demás sin recibir nada a cambio, ambas eran la dualidad perfecta, el bien y el mal personalizados. Cuando fueron adolescentes empezaron los problemas pues Eugenia, no soportaba que todos adularan a su hermana, la odiaba por ser perfecta y cándida. Desde entonces ideaba planes para deshacerse de ella, no quería arruinar su futuro, nunca lo pensó ni lo predijo, solo quería que Eufemia se encuentre lo más lejos posible de ella. Le mentía muchas veces, enviándola a lugares lejanos y peligrosos para que algo malo le ocurriese, pero nada tenía resultados, al parecer la hermana ingenua tenía mucha suerte.
Pero llegamos al día en el cual ambas se enamoraron de la misma persona, sin embargo, Eugenia que era la más atrevida y egoísta se le declaró al joven, pero este la rechazó pues se encontraba enamorado de su hermana, llena de ira golpeó al hombre y al llegar a la casa destruyó toda la ropa de la hermana, hasta lanzó excremento de animales encima de su cama para que su ingenua hermana se sintiera muy mal, aun así, Eufemia, la perdonó y le dijo que si todo ese asunto era por aquel muchacho, que ella lo olvidaría, pues no quería separarse de su hermana. Eugenia sentía tanto odio en sus entrañas que ideó un plan para matar a su hermana, o al menos dejarla lisiada, de esta forma, nadie la querría y no serviría para nada. Así, por una semana se comportó como la hermana ejemplar y buena que nunca había sido, para lograr llevar con engaños a Eufemia a una fiesta del pueblo y lograr concretar su plan.
En aquel pueblo, las fiestas se celebran con corridas de toro, fuegos artificiales y comida por todos lados. El plan era simple, lanzaría a su hermana Eufemia al lugar donde se encontraban los toros enfurecidos por el encierro, para que estos la mataran. De esto nadie sospecharía pues pensarían que fue un accidente.
Llegó el día esperado de la fiesta del pueblo, aquel día, llevó a su hermana al coliseo y mientras paseaban porque se encontraba vacío el lugar, le pregunto a Eufemia si quería conocer a los toros, pues estos se encontraban atados y con los ojos vendados para no hacer daño a los espectadores que iba a verlos en sus jaulas. Así ambas se acercaban al lugar de la muerte, sentían como los toros enloquecidos golpeaban con sus fuertes cuernos la jaula de madera donde se encontraban encerrados, parecía que en algún momento tumbarían la puerta, eso les causaba temor y emoción al mismo tiempo. Al llegar al lugar donde se encontraban los toros, había un hombre que estaba limpiando los desperdicios de los toros desde la parte superior, pues era peligroso si ingresaba muy a pesar que los toros tuvieran los ojos vendados, este hombre se percató de las gemelas y les preguntó cómo es que habían ingresado, pero ellas se pusieron nerviosas y antes de correr para escapar, Eugenia empujó a su hermana, quien antes de caer jaló el brazo de Eugenia, quedando esta última atrapada dentro de la jaula de los toros, sin escapatoria alguna. Eufemia y el hombre que limpiaba el recinto, quisieron ayudarla a salir, pero era difícil, pues ella al caer de esa altura, se había lastimado una pierna y no podía ponerse de pie, en ese instante los toros sintieron la presencia de alguien más y enfurecidos se acercaron para embestirla...
Con mucho esfuerzo, lograron sacarla, pero el cuerno del toro había ingresado por su cadera, también por su rostro, dejándola desfigurada y ciega de un ojo, además coja, pues caminaba con dificultad jadeando de dolor. A pesar de todo esto seguía viva y el médico del pueblo decía que era un milagro. Todo el mal que deseo a su hermana se vio revertido en ella, así como el malquerer, pues a pesar de su desgracia seguía odiando a Eufemia, sobretodo al verla sana y detestaba aun más la idea de verla feliz y formando una familia. Pero Eufemia no sentía mas que piedad por la pobre desdichada, la atendía todos los días, incluso se llevó a su hermana malvada a su casa, para cuidarla hasta los últimos días de su vida.
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